La belleza y pureza de sus imágenes, la línea clara y el latido romántico que bombea durante todo el metraje constatan la presencia de un narrador excepcional.
Es un retrato bienintencionado, de espíritu realista, de un adolescente conflictivo e inclinado a la delincuencia, con tendencia a enfatizar los clichés.
Excelente película, refractaria al sentimentalismo pero muy humana. Un retrato social crudo y veraz interpretado por jóvenes actores que destilan naturalidad.
Los escenarios están descritos con mano maestra, el tono funde admirablemente dureza y ternura, y los personajes son retratados con una serena humanidad, además de estar prodigiosamente interpretados.
Su exposición es fresca y dinámica, el trazo con que Richard Ayoade pinta al héroe tiene el calado emotivo, hondamente melancólico de las mejores páginas de Antoine Doinel.
Uno de los éxitos comerciales más sorprendentes de estos últimos años. En realidad, se trata del cuento del patito feo. Y no menos superficial, con no menores dosis de moralina.