La película es bastante convencional, pero está elaborada con destreza. Sorprende cómo, sin recurrir a los habituales efectos digitales, se ha conseguido una actuación excepcional de los animales.
Hay que aplaudir forzosamente el extraordinario trabajo llevado a cabo en “Peter Rabbit” integrando con maestría imagen real y personajes de carne y hueso con animales.
Para devotos de las historias mínimas y profundamente humanas. El espléndido entorno natural de Islandia, en lugar de aportar vitalidad al relato, lo encierra en una atmósfera de tristeza constante, que se ve interrumpida de vez en cuando por momentos de humor inesperado.
Es algo así como el certificado de defunción de una franquicia simpática. Se trata de una ostentosa falta de imaginación a nivel argumental y estructural.
Una de romanos. Dada la prolongada ausencia de este género en las pantallas, se agradece enormemente la llegada de una película que, al menos, resulta entretenida.
A la historia le falta consistencia y un exceso de grand guignol estropea el desenlace, pero la atmósfera, los ambientes y la descripción del costumbrismo rural son de veras notables.
Ritmo, diseño de producción y composición visual atesoran apreciables niveles de calidad. Se presenta como un entretenimiento vigoroso y sin duda lo mejor de Besson desde Juana de Arco.
Una mirada nada compasiva a la realidad extremeña de principios de siglo. Reconstrucción de ambientes notable. Interpretaciones a veces sobresalientes, pero se percibe una sensación general de encorsetamiento y un riesgo que no se aprovecha al máximo.
El filme político español más profundo y sin concesiones de los años de la transición, dotado de personajes intensos y creíbles y de una solidez en la fotografía, el vestuario, la reconstrucción de época y la música, todo de alto nivel.
No hay rastros de humildad en 'Babylon', sino una megalomanía exacerbada. Son tres horas desiguales y descompensadas, repletas de momentos de buen cine en contraposición a la grandilocuencia gratuita.
Todo, en “Downton Abbey”, está en su sitio, todo transcurre plácidamente sobre el molde establecido por la serie y todo es, por supuesto, resplandeciente, majestuoso, aristocráticamente esmaltado.