Competentemente filmada y narrada, no va más allá del mero entretenimiento, no apto para mayores de diez años. Sin embargo, logró superar a su modelo de 1977.
Los primeros cuarenta y cinco minutos son sobresalientes. Sin embargo, el tramo final, a pesar de contar con un clímax excelente, se vuelve redundante y cansador, ya que la duración de dos horas resulta excesiva.
Es un extraño, curioso y pintoresco western que, en ocasiones, evoca la obra de los hermanos Coen. Los baños de sangre, por otro lado, evocan el estilo de Peckinpah, fusionado con influencias de Monte Hellman y Jarmusch.
El viaje presenta múltiples incidencias, salpicado de humor y ciertos momentos de coqueteo sentimental. Lo más relevante es la química que emana la pareja, lo cual realza el atractivo de la película.
Escatología, palabras gruesas, alusiones al sexo y guiños a la cultura popular se presentan nuevamente con un ingenio admirable y, en ocasiones, con un exceso reprobable.
Ésta es una comedia desmadrada que tiene muy claro el público al que va dirigida: los fans de Supersalidos y Superfumados. El despropósito se manifiesta en varios niveles, desde lo más deficiente hasta momentos realmente divertidos, incluyendo una media docena de pasajes hilarantes.
Algunos diálogos y situaciones son ingeniosos, pero el conjunto está tan presidido por las ganas de gustar, por el buen rollo y la epidermis, que acaba dando grima.
Lastrada parcialmente por su vertiente de obvio panfleto, la película cautiva por la mirada que Goupil aplica a los pequeños protagonistas, que es sensible, sin pretensiones y en ocasiones recuerda a la obra de Truffaut.
Título mítico del séptimo arte, con una calidad extraordinaria que Spielberg ha demostrado en varias ocasiones. 'ET' no solo es una fantasía utópica, es el reflejo de su propio sueño. Sin duda, una obra maestra.