Se le pueden reprochar a 'Musarañas' algunos subrayados y pasos en falso, pero es un debut enérgico, capaz de modular con buen pulso la escalada hacia sus excesos finales.
La Bishop de Miranda Otto es un espectáculo que justifica la existencia de una película que, ante todo, brilla por esta interpretación. Menos surtida, pero sumamente eficaz —y, finalmente, conmovedora— es la composición de Glória Pires.
La pareja de actores y la habilidad del guión para mantener siempre la tensión narrativa son lo mejor de un conjunto que acaba resintiéndose por el cambio de tono abrupto en su último tercio.
Réquiem por la comedia (azconiana). el cineasta respeta demasiado la memoria del amigo perdido y el conjunto se resiente, convirtiéndose casi en el gesto nostálgico por una tensión (cómica) perdida.
La elección de Casey Affleck es, sin duda, su mejor acierto. Es una exploración efectiva de lo oscuro, aunque con salidas de emergencia claramente marcadas.
Une en transparente armonía las dos direcciones posibles del arte animado: la invocación de lo imposible y la captura sutil de lo esencial, con especial atención por la elocuencia de lo minúsculo.
Película luminosa y cargada de carisma, excéntrica mezcla de road movie y western errante con chamán en el punto de destino, a la que no le hubiese venido mal algún contrapunto amargo.
La representación de las españolas está plagada de clichés, al igual que el retrato de las burguesas parisinas. Le Guay evidencia que entre Francia y España no solo hay una separación geográfica, sino también un profundo prejuicio cultural que persiste.
O'Haver articula esta pieza de 'true crime' a partir de las transcripciones del juicio real a Baniszewski, pero juega sucio en su clímax con una licencia que rompe el presunto rigor de su propuesta. Al final, la verdad de la película hay que buscarla en las intensas, incendiadas interpretaciones
Spielberg presenta otra obra destacada. El cineasta ha logrado una capacidad sorprendente para elegir la textura estilística adecuada para cada guion. En esta ocasión, logra ofrecer una película que es tanto verbosa como dinámica.
Vinterberg se mantiene en su línea al explorar la nota melodramática, aunque parece haber abandonado su estilo exagerado. 'La comuna' no es perfecta, pero se presenta como una obra madura, luminosa y justa.
Adapta, con extrema libertad pero con decisiones que siempre sirven a la legibilidad y autonomía del conjunto y a su sentido del espectáculo, una celebrada entrega.
La película logra la efectiva ilusión de llevar a sus espectadores al centro del conflicto, mostrando una admirable destreza para revelar las múltiples capas de ambigüedad y contraste de una realidad tan compleja.
Se erige en un poderoso discurso autónomo e irrebatible lección sobre el poder de la forma cinematográfica para la revelación y el arrebato. Su radicalidad la convierte en algo verdaderamente único.