La elección de Casey Affleck es, sin duda, su mejor acierto. Es una exploración efectiva de lo oscuro, aunque con salidas de emergencia claramente marcadas.
Ejercicio de precisión, que acredita la presencia de un cineasta en pleno control de su lenguaje, capaz de imponer una poética inflexible sin sucumbir a la tentación del manierismo. No es una película fácil, pero sí un trabajo irreprochable.
Une en transparente armonía las dos direcciones posibles del arte animado: la invocación de lo imposible y la captura sutil de lo esencial, con especial atención por la elocuencia de lo minúsculo.
Sinopsis en movimiento que cuida algunos detalles para no darles uso. Al salir de la sala, la sensación es la de haber presenciado un drama familiar que, en teoría, aborda una tragedia colectiva.
Película luminosa y cargada de carisma, excéntrica mezcla de road movie y western errante con chamán en el punto de destino, a la que no le hubiese venido mal algún contrapunto amargo.
La representación de las españolas está plagada de clichés, al igual que el retrato de las burguesas parisinas. Le Guay evidencia que entre Francia y España no solo hay una separación geográfica, sino también un profundo prejuicio cultural que persiste.
O'Haver articula esta pieza de 'true crime' a partir de las transcripciones del juicio real a Baniszewski, pero juega sucio en su clímax con una licencia que rompe el presunto rigor de su propuesta. Al final, la verdad de la película hay que buscarla en las intensas, incendiadas interpretaciones
Spielberg presenta otra obra destacada. El cineasta ha logrado una capacidad sorprendente para elegir la textura estilística adecuada para cada guion. En esta ocasión, logra ofrecer una película que es tanto verbosa como dinámica.
McGuigan ha firmado la película más emotiva, delicada y compleja de su carrera. Con sus arriesgados y elegantes saltos temporales, se presenta una clara declaración de principios en un trabajo donde el estilo resplandece y no oscurece.
Vinterberg se mantiene en su línea al explorar la nota melodramática, aunque parece haber abandonado su estilo exagerado. 'La comuna' no es perfecta, pero se presenta como una obra madura, luminosa y justa.
Adapta, con extrema libertad pero con decisiones que siempre sirven a la legibilidad y autonomía del conjunto y a su sentido del espectáculo, una celebrada entrega.
La película logra la efectiva ilusión de llevar a sus espectadores al centro del conflicto, mostrando una admirable destreza para revelar las múltiples capas de ambigüedad y contraste de una realidad tan compleja.
Parece invertir muy poca energía en abordar su objeto de estudio como un problema. El desenlace de la película termina adoptando los matices de un insultante vídeo motivacional corporativo.
Se erige en un poderoso discurso autónomo e irrebatible lección sobre el poder de la forma cinematográfica para la revelación y el arrebato. Su radicalidad la convierte en algo verdaderamente único.
La película logra su objetivo didáctico al aprovechar, en su primer acto, las posibilidades dramáticas del conflicto generacional. Sin embargo, se siente que el personaje merecía una historia más convincente.