La película logra capturar de manera auténtica las voces, los sueños, las complicidades y los rituales privados de un grupo de amigos. Mesa renuncia a caer en el tremendismo en su ópera prima, ofreciendo un debut enérgico.
Inflamación pomposa de su modelo televisivo. quien sale peor parado de toda la operación es Antoine Fuqua, auto-convencido de ser el gran director que aquí no demuestra ser.
El film irritará al crítico exigente, mientras que ofrecerá placer a aquellos espectadores que recordarán con nostalgia el espíritu lúdico y pop del díptico jesusfranquiano formado por "El caso de las dos bellezas" y "Bésame monstruo".
Cuando el relato presenta, con trazo sintético y revelador, a los cuatro personajes de esta película tan compleja y resbaladiza como la vida, uno se queda con la seguridad de estar en muy buenas manos.
Maras decide convertir 'Hotel Bombay' en una película de catástrofes, con trazos de 'La aventura del Poseidón' (1972) de Ronald Neame por su énfasis en la exploración de un espacio que se torna hostil y peligroso.
La consigna en marcha parece ser la de dar al espectador más por su dinero, lo que podría devaluar la sintética fuerza del original, pero Roberts gradúa bien el camino hacia las hipérboles climáticas, borda secuencias memorables y fija imágenes en el límite de lo poético.
El lenguaje es el motor del excepcional debut de Aaron Sorkin en la dirección, un arranque lleno de brillantez que, aunque impresionante, resulta algo predecible.
Un biopic académico sobre la autosuperación personal, que ofrece numerosos momentos emotivos. Sin embargo, se percibe una inclinación hacia el exceso dramático que revela la autoría del filme. Es un ejercicio meticuloso que encapsula una vida ejemplar en una fórmula predecible.
Podía haber resultado un trabajo rutinario, lacrimógeno y manipulador, pero la directora irlandesa Aisling Walsh y su reparto afrontan el proyecto con una sensibilidad y una energía fuera de patrones.
La película ofrece un contexto donde la confrontación se presenta de manera abstracta dentro de un entorno realista. Sin embargo, los planos de reacción de los asistentes, que son poco relevantes y rutinarios, disminuyen la contundencia de la obra en su totalidad.
El director demuestra una gran ambición, aunque tropieza con frecuencia en clichés y exageraciones. Al final, lo que se presenta es un medio diseñado específicamente para la constante lujuria de Oscar, interpretado por un Will Smith que intenta adoptar un acento nigeriano.
En el conocido escándalo 'Rathergate' existían, al menos, dos narrativas en disputa. Al final, ha triunfado la más convencional y conservadora, aprovechando la evidente efectividad de simplificar lo complejo a una dicotomía.
Excelencia interpretativa de Maggie Smith, que compone aquí un personaje que es la razón de ser de una película luminosa que ondea la empatía como orgullosa bandera.
El guionista Abdel Raouf Dafri parece haber aparcado lo mejor de sí mismo en este trabajo para Leclercq: una funcional adaptación del libro autobiográfico de Marc Fievet.
Un Tosar en otro de sus espectaculares trabajos de composición. 'Operación E' opta por no plantearse si desea ser una película política, transformando su problemático telón de fondo en un simple decorado.
Una película consagrada al impacto instantáneo, pero es innegable que Cortés ejecuta la jugada con aplomo. (...) Lo mejor: un reparto electrizado, del primero al último.