Con estética de suplemento dominical, es una oda al renacimiento espiritual. La interpretación de Richard Jenkins es lo más destacado, mientras que su espiritualidad resulta pret-a-porter.
La directora presenta un enfoque empático que refleja su visión del cine como un medio para entender al otro. La esencia de este recorrido selectivo reside en la profundidad de su contenido, sin que le falte ni le sobre nada.
Cohen y West no se han esforzado demasiado en desarrollar un lenguaje documental que explore de manera creativa la distancia entre la figura pública discreta y la exagerada espectacularidad del ícono pop.
Cousins propone una nueva vía de entrada y logra que la revisitación de un clásico no suene a redundancia, sino a descubrimiento. es un trabajo de amor.
No puede liberarse de ese determinista patrón narrativo que caracteriza muchos biopics musicales con final trágico. Sin embargo, a Macdonald parece impulsarle un anhelo de justicia y la intención de reconstruir una identidad en su complejidad, más allá del sensacionalismo mediático.
Para interesados en la historia afectiva del rock. Las cartas que Janis Joplin escribió a su familia articulan este relato sobre un meteoro de genio y energía incendiada que nunca dejó de ser esa niña rara, excluida y marginalizada.
En 'Malpartida Fluxus Village', lo que podría haber sido un estimulante documental antropológico se transforma en un testimonio del subterráneo, aparentemente invisible, pero palpable triunfo de un proyecto utópico.
Ponsoldt utiliza el libro de David Lipsky para proponer un acercamiento a la intimidad de un monstruo, una excepción que puede parecer demasiado normal. Jason Segel y Jesse Eisenberg aportan una autenticidad notable a sus personajes.
El relato es apasionante y los directores saben dosificar justas dosis de cotilleo entre las fisuras de esta pasión trágica que cristalizó en película incomprendida.
Aunque en ocasiones [Scola] no puede evitar caer en el pastiche felliniano, lo que prevalece es la fuerza del afecto, así como la generosidad a la hora de aportar detalles reveladores y alumbrar ángulos poco conocidos del maestro.
Es, al mismo tiempo, western y road movie, documento y simulacro: una ópera prima libre y ajena a todo exhibicionismo, que convoca una firme ilusión de verdad a través de la impureza y el cruce entre lo vivido y lo representado.
Su propósito de partida parece ser la auto-ficción, pero el elemento que condiciona -para mal- la fortuna de la propuesta es la decisión de haber buscado a una actriz profesional.
Un trabajo desafortunado en sus decisiones de tono. El actor y director Detlev Buck elige simplificar una historia compleja y llena de posibilidades, transformándola en un juguete colorido y ligero.