Schmitz aborda la historia con la misma apatía que se esperaría de un telefilme académico, dirigiéndose hacia el desenlace predeterminado que se vislumbra desde el primer entrecejo fruncido del personaje interpretado por Coogan.
Historia de infección moral de un entorno doméstico que es, también, la crónica de una democracia que nace torcida. El lenguaje de virtuosos planos secuencia suma ambición estilística al desafío narrativo.
Puntuada por giros de guion que transforman radicalmente la historia, la película intenta evocar, a través de su algo torpe banda sonora, el estilo del cine de John Carpenter, pero no alcanza a igualar esa referencia.
Una desaforada comedia negra que demuestra las habilidades del cineasta. Es comparable a un "Ciudadano Kane" para un hombre desprovisto de alma que edifica un laberinto carente de enigma en su núcleo.
'Jappeloup' no logra convertir a su caballo en un personaje significativo. Duguay filma la historia con constantes recursos retóricos y su guionista manipula la narrativa para que todo encaje en una implacable maquinaria comercial.
Pablo Larraín presenta de manera clara y sin caer en autoengaños ni en dramatismos, el desenlace de la dictadura de Pinochet. Es una obra que refleja una amarga lucidez.
Sorprendente. Trueba apuesta por una refundación sustentada en la ligereza, la precariedad y la fragilidad de un cine realizado casi a la intemperie. Hay una tensión expresiva en cada plano.
La película se queda bastante corta a la hora de reformular el discurso superheroico bajo una mirada femenina avanza dosificando alicientes que dotan de cierta personalidad a lo reiterativo.
Noé no es un maestro de la sutileza, pero es un fanático creyente en la forma como construcción de sentido y aquí ha logrado una obra única, una película-trance que intenta liberarse espasmódicamente de toda narrativa.
Opta por privilegiar la experiencia subjetiva de su protagonista. Sustentada sobre largos planos en continuidad, con frecuentes y eficaces apelaciones al fuera de campo y un prudente recurso a la metáfora.
No deja de resultar discutible que Brooks omita todo claroscuro en la descripción de buena parte de sus personajes. 'Bomb City' acaba siendo una película tan airada como afectada, ya que su forma compromete sus razones.
Es el tipo de película donde cualquier detalle provoca impactantes y explosivas reminiscencias, transformando el pasado del personaje en material para el sensacionalismo visual.
Juega en su tramo final a desarticular los lugares comunes del western y, en el proceso, esboza interesantes reflexiones. Sin embargo, la película podía haber aspirado a mucho más que a ser simplemente agradable.