Dosifica sus golpes de efecto con la calculada precisión de un buen director de serie B, pero su escritura opta por una espectacularidad pos-Amblin, atravesada por una locura saludable que se encuentra varios grados bajo cero.
En el conciso metraje hay oro cómico de muchos kilates, sin embargo, en conjunto, la propuesta se presenta como carente de mordiente y demasiado propensa a elegir objetivos fáciles.
A este crítico le gustaría poder hablar de estilo invisible, pero sus ojos sólo ven descuido y esa escritura automática que da la rutina. Tampoco puede hablar de fina ironía: sólo hay caricatura, y su trazo, aunque francés, es grueso.
Desconcertante, arriesgada, formalista, estimulante y fallida. (...) revela un placer por la narrativa sofisticada y un evidente control del encuadre y el ingenio visual.
Claustrofóbico pulso entre dos actores dispuestos al salto sin red. No es una película para todos los gustos, pero sí uno de los trabajos más desafiantes de un autor esencial.
Bien podría ser la película de héroes enmascarados más hipertrófica de la historia. Hay secuencias poderosas, Ledger borda una auténtica creación con el personaje del Joker, pero a Nolan le pierden las grandes palabras y la obsesión por inflamar el sustrato filosófico del asunto.
Va trenzando una memoria oral de la ciudad a través de una polifonía de voces con el denominador común de la victimización del individuo. No posee la fuerza de las obras maestras de Zhangke, pero supone una consecuente ampliación de su discurso.
La animación es más práctica que creativa, excepto por la notable expresividad del personaje. Esto deja claro que no alcanza el nivel de excelencia de las producciones más destacadas de Disney.
Posee un carisma cuestionable, comenzando con un prólogo intenso que se desvanece en un desarrollo central algo agotador, hasta que finalmente se presenta un ritual de continuidad que podría ser más impactante.
Modélica adaptación a la gran pantalla, este filme infantil se presenta con un rigor y un respeto hacia el espectador que se espera de una producción realmente madura.
Todos los ingredientes tradicionales están aquí, puestos al servicio de una historia que juega a la hipérbole e introduce nuevos focos de tensión sentimental, sin esconder que, en el fondo, todo esto va de sexo sublimado.
Prefiere optar por la seguridad con una pareja que ya ha demostrado su química. Sin embargo, resulta decepcionante verles en una película que se siente repetitiva y familiar. No será necesario un neuralizador para pasar página.
Ofrece un entretenimiento aceptable para los fanáticos de las historias de superhéroes, pero los que no son habituales tal vez se decepcionen, ya que no se compara con títulos más exitosos como Los Vengadores, X-Men: Primera generación o Iron Man 3.
Afortunadamente, el estilo grandilocuente característico de Christopher Nolan se sustituye aquí por un enfoque más centrado en la aventura: serio, sin humor, predecible, pero al menos es dinámico y, de alguna manera, no es tan pretencioso.
Bassett ha optado por transformar al personaje en una versión común del superhéroe de cine comercial. Purefoy toma el relevo, adoptando sin dificultad su papel como una especie de Hugh Jackman en una serie B.
No hay espacio ni, por fortuna, tiempo más que para el perpetuo dinamismo y la chorrada autocombustible. El producto no da gato por liebre, pero, por supuesto, no deja mella.
Raimi se mantiene en la misma línea de su trabajo en el primer Spider-Man, cumpliendo con lo esperado de manera eficaz. Presenta escenas impactantes, pero carece de sorpresas, misterio y, lo que es más grave, de una verdadera identidad.