Aquí no hay tanto unos creadores remezclando postmodernidad para toda la familia, sino una desalentadora mesa de ejecutivos gestionando licencias. Sí, la forma es virtuosa y el ingenio sigue ahí. También la astucia para dar gato por liebre.
Una película autoconsciente de su intrascendencia, pero constantemente llamativa en sus movimientos, texturas y diseños de personajes sabe muy bien cómo hacerse disculpar sus puntuales debilidades.
Desafortunadamente, se queda en un esbozo asombrosamente esquemático. El epílogo donde se desvela la mecánica de todo delata la ingenuidad medular del conjunto.
La apariencia de sencillez encubre un sugestivo juego de fugas y bifurcaciones narrativas. Sangsoo sigue explorando la fusión de cine y vida camuflando la complejidad de ligereza.
Vigalondo presenta una interesante variante del modelo. Destaca el suspense que se aplica a detalles pequeños, aunque su ligera apariencia pueda influir en ciertas conclusiones.
Una película excepcionalmente redactada, que logra trascender a su audiencia habitual mediante digresiones cautivadoras y observaciones inteligentes que ofrecen una humorística y aguda comedia.
Adopta la forma de una comedia romántica para, poco a poco, ir desvelándose como su antítesis cínica y casi antirromántica. Un recital de situaciones embarazosas y humillaciones progresivas.
Una pareja de amantes se encuentra de repente en una situación donde sus identidades se intercambian, y los guionistas no han considerado necesario proporcionar una justificación narrativa.
Un ejercicio de 'kitsch progre', de sentimentalidad un tanto untuosa, no puede evitar caer en la tentación de un paternalismo tan discutible como, en el fondo, delator.
Es una muestra de cinismo visual que carece de un real apego a las fuentes que menciona. No hay una verdadera evocación de la esencia dionisíaca del género; solo se imita sin ir más allá, lo que resulta en una experiencia bastante superficial.
Una magistral obra maestra de sofisticado slapstick, aunque no consigue liberarse del romanticismo que caracterizaba a su influyente 'Amelie'. Se vuelve arriesgada al manifestar de manera directa su mensaje político.
Paquet-Brenner muestra una falta de inspiración expresiva, pero el elenco, incluyendo a Glenn Close, Julian Sands y Gillian Anderson, logra rescatar la situación a través de su impresionante interpretación de una aristocracia endogámica y monstruosa.
Expediente rutinario. Cine negro que se presenta como un ejercicio técnico, careciendo de un mensaje profundo. El elenco, sin embargo, es de gran calidad.
Renuncia a toda voluntad de estilo para dejarse llevar por la pura inercia de un telefilme de vieja escuela. El supuesto thriller se transforma en inesperada comedia involuntaria.