En el conciso metraje hay oro cómico de muchos kilates, sin embargo, en conjunto, la propuesta se presenta como carente de mordiente y demasiado propensa a elegir objetivos fáciles.
A este crítico le gustaría poder hablar de estilo invisible, pero sus ojos sólo ven descuido y esa escritura automática que da la rutina. Tampoco puede hablar de fina ironía: sólo hay caricatura, y su trazo, aunque francés, es grueso.
Desconcertante, arriesgada, formalista, estimulante y fallida. (...) revela un placer por la narrativa sofisticada y un evidente control del encuadre y el ingenio visual.
Claustrofóbico pulso entre dos actores dispuestos al salto sin red. No es una película para todos los gustos, pero sí uno de los trabajos más desafiantes de un autor esencial.
Va trenzando una memoria oral de la ciudad a través de una polifonía de voces con el denominador común de la victimización del individuo. No posee la fuerza de las obras maestras de Zhangke, pero supone una consecuente ampliación de su discurso.
Todo suena a una fórmula repetida en esta película que parece creada únicamente para ofrecer un placer superficial, y que seguramente será olvidada o confundida con otros títulos del catálogo de Besson una vez que salgas de la sala.
El secreto de su genio podría emparentarse con el de la mejor cocina de vanguardia: el arte de conciliar la novedad con la tradición. Apoteósico climax final.
Desborda energía, maestría cómica, estilo y mal café ideológico. (...) los diálogos que mantiene el personaje de Pitt con Jenkins y Gandolfini tocan el Cielo. Quizá la película no sea nuevo cine negro, sino la comedia más sofisticada de la temporada.
Un trabajo con una rigurosa e inusual apuesta de estilo -oscura, irrespirable- y con una considerable habilidad para romper las expectativas del espectador.
Es, por un lado, la comedia romántica con el punto de partida más estomagante y agresivo que un espectador medio pueda concebir. Y, por otro, un glorioso artefacto de ingeniería sutil.
Se inscribe dentro de la fastidiosa moda que juega al maridaje de gastronomía y romance para servir en la platea insistentes menús de sentimentalismo banal y lugares comunes.
Terreno donde deseo, espiritualidad e inoportunidad conspiran para convertirnos en entes indescifrables y donde nace la materia prima que nutre esta rara joya.
Poesía caída del espacio. Se revela culminación de un arriesgado proceso de exploración estética que armoniza espacios mágicos y presencias irrepetibles.
Una de las comedias más divertidas, impredecibles y con un toque único de los últimos años, que reúne a un elenco tan arriesgado como talentoso. Es una obra imprescindible.
Es una película estimable. El encadenado de golpes de efecto es notable, aunque Raimi equilibra la efusión arrebatada con sus responsabilidades actuales en la industria, manteniendo el lado salvaje bajo control.