Bien podría ser la película de héroes enmascarados más hipertrófica de la historia. Hay secuencias poderosas, Ledger borda una auténtica creación con el personaje del Joker, pero a Nolan le pierden las grandes palabras y la obsesión por inflamar el sustrato filosófico del asunto.
Todo suena a una fórmula repetida en esta película que parece creada únicamente para ofrecer un placer superficial, y que seguramente será olvidada o confundida con otros títulos del catálogo de Besson una vez que salgas de la sala.
Posee un carisma cuestionable, comenzando con un prólogo intenso que se desvanece en un desarrollo central algo agotador, hasta que finalmente se presenta un ritual de continuidad que podría ser más impactante.
Todos los ingredientes tradicionales están aquí, puestos al servicio de una historia que juega a la hipérbole e introduce nuevos focos de tensión sentimental, sin esconder que, en el fondo, todo esto va de sexo sublimado.
Con vibrantes colores de una máquina tragamonedas, la película hace que incluso las líneas cinéticas que rodean a los personajes en las escenas de acción se vean exageradas. Es una obra creativa y llena de energía.
En cada faceta de su obra, se revela el talento de un director audaz que siempre busca sorprender a su audiencia. Solo el tiempo podrá determinar si es considerada una obra maestra, pero 'Érase una vez en Anatolia' claramente da muestra de ello.
No es la película de superhéroes ideal, pero considerando la magnitud del desafío y la efectividad del resultado, merece reconocimiento. El desenlace eleva el viaje y deja una huella que persiste más allá de la sala de cine.
El diseño sonoro de 'Oírse' es meticuloso y permite al espectador comprender las percepciones únicas de Arratibel. Sin embargo, a veces la película cae en un enfoque publicitario que eclipsa el valor estético de algunas de sus imágenes.
Sinfonía 'kitsch' con ralentís excesivos, una sobrecarga narrativa y una corrección política que se siente anticuada. 'Australia' demuestra que, detrás de una apariencia vanguardista, a menudo se encuentra un enfoque neoclásico.
Luce un académico manejo del tópico sentimental, pero debe de certificar su condición de obra maldita, no estrenada comercialmente en su país de origen. Su enfoque emocional tiende a subrayar en lugar de sugerir.
Proyecto que Krasinski y Blunt contemplan como un impactante y aterrador sustituto de la típica película familiar. Es una joya que se sostiene sobre dos bases claras: la dirección y el diseño sonoro.
Claustrofóbico pulso entre dos actores dispuestos al salto sin red. No es una película para todos los gustos, pero sí uno de los trabajos más desafiantes de un autor esencial.
Va trenzando una memoria oral de la ciudad a través de una polifonía de voces con el denominador común de la victimización del individuo. No posee la fuerza de las obras maestras de Zhangke, pero supone una consecuente ampliación de su discurso.
La animación es más práctica que creativa, excepto por la notable expresividad del personaje. Esto deja claro que no alcanza el nivel de excelencia de las producciones más destacadas de Disney.
Modélica adaptación a la gran pantalla, este filme infantil se presenta con un rigor y un respeto hacia el espectador que se espera de una producción realmente madura.
El resultado final es distante y demuestra cómo un proyecto impulsado por la pasión puede deteriorarse hasta transformarse en una mera obligación contractual.