Hace así una volcánica y vesánica erupción narrativa, llena de aventuras y vicisitudes malvadas, fascinación, agudeza, transparencia y diafanidad en el seno de las tinieblas sociopolíticas.
Debe a un inteligente y deliberado toque de apariencia documental su enorme capacidad de verificación, para escapar del exotismo, sin por ello sacrificar su ficción estilizada.
Se desenvuelve, pese a su violencia latente, virulenta o estallada, a modo de un continuum en el que las imágenes, las secuencias y las elipsis se suceden fluida, diestramente escalonadas.
Se ofrece el espacio necesario para explorar una perspectiva casi caleidoscópica de subtramas, historias colaterales e incluso fragmentos de anécdotas paralelas, que en conjunto configuran un fresco raro y fascinante.
Surte su gran belleza simbólico-sensorial de película-objeto entre páramos y llanos de la sabana occidental africana, al ir trazando el itinerario humano de un fantástico viaje iniciático en busca de la Felicidad.
Vibrante, expone su carga expresivo-narrativa con un vigor intenso y sin adjetivos innecesarios, aunque con demasiados objetivos, todo ello en un cine muy personal que se centra en los personajes y en hechos contundentes.
Heteróclito filme, comedia dramática con elementos de fantasía mágica y un toque de humor negro, que se presenta de manera directa y sin complejidades innecesarias.
Convierte a la pantalla dividida en un recurso estético de primer orden y un discurso en sí, opone e impone y recompone propositivamente a las figuras humanas en el espacio visual.
Conmovedora ópera prima que redefine el empoderamiento femenino de una manera suave y sensual, evitando caer en el hembrismo o reproducir los esquemas machistas.
Constituye una conquista en la evolución del estilo nervioso-shocking pero sabio del inasible Dolan, añadiendo ahora a sus coqueterías manieristas algunos explícitos guiños al supercalculado cine improvisatorio de Jacques Rivette.
Sabe magnificar, con calculada discreción y subliminal eficacia, la plurisexualidad que se atreve a manifestarse con toda su fuerza y amplitud pero ni siquiera se toma ya la molestia de precisarse ni autodefinirse.