Enfila toda la carga pesada de su fábula psicosociológica, típica de cierto cine andino adulto y culto pero sordo y gris, contra el poder judicial, con cualquier tópica, pintoresca, pícara y abyecta cantidad de arreglos y “cojudeces por el estilo”.
Expele en conjunto la desasosegante alegoría de un país estragado por la omnívora presión militar exterior-interior sobre la irracionalidad de la indefensa población civil.
Se presenta como una cautivadora y emocionante película de aventuras exóticas y de amor, un tipo de cine que Hollywood dejó de hacer al perder su inocencia y su rumbo artístico.
Llega a su clímax, intentándolo de nuevo, pero no logra superar esa experiencia extrema. Se encuentra en un coitocircuito interno que nunca la satisface.
Elige una autenticidad autoral que se coloca en una extraña alianza humorístico-poética de pesquisas criminales y travesuras infantiles enfrentadas y muy pocas veces convergentes en auxilio mutuo.
Es una mezcla de veneno y un elixir que representa la vida en su forma más extrema, mostrando una belleza pura y absoluta reflejada en su protagonista.
Se muestra como algo excepcional y molesto, perturbador en su esencia, intensificando el efecto de los contrastes entre el snobismo y el exhibicionismo glamouroso.
Propone un neonaturalismo que no aclara ni enfatiza, enlazando brutalidades sin caer en el sensacionalismo ni en la sordidez, rindiendo homenaje a lo mejor de Buñuel mexicano y a Fassbinder.
La película explora en un tono de docuficción un oscuro sótano, donde la propuesta de los héroes se mantiene siempre viva. Nos transporta a un increíble viaje humano con jóvenes personajes que desafían la imaginación occidental.
Hipnótico film que explora las cosmogonías indígenas anteriores a la llegada de los europeos y rinde homenaje a las tradiciones que permanecen vigentes. Además, la obra también crea nuevas narrativas, reinventándose a sí misma en el proceso.
Se revela de manera cruda, incluso detrás de su impresionante esplendor visual y su enrevesada trama de thriller negro, profunda y deliberadamente confusa.
Amiba viñeteada en torno a un inmueble capitalino no como florilegio de visiones históricas sino como un continuum de episodios mal zurcidos sin mayores indicaciones de ubicación en el tiempo ni pertinencia retrospectiva.