Øvredal logra crear una atmósfera asombrosa. Es uno de los filmes que destaca por su originalidad dentro del género, ya que el director se asegura de que las sorpresas en la trama mantengan el interés y el asombro del espectador.
Mezcla de géneros con elementos desquiciantes, como lo hiciera el maestro Andrzej Zulawski en 'Posesión' (1981), el filme se erige entre los más originales producidos por el cine mexicano reciente. Una cinta que sorprende (y espanta).
El aún especulativo concepto del multiverso es un fabuloso espectáculo en manos de Raimi; un sofisticado caramelo visual que mantiene al espectador con los ojos pegados a la pantalla.
Destaca lo bien que maneja el medio tono entre película de acción y comedia de humor negro. Asimismo, son fuera de serie sus escenas tanto físicas, en combate cuerpo a cuerpo, como en las que exigen armamento; (...) De principio a fin es una producción entretenidísima.
Lo poco bueno que hay en esta cinta reciclada son las actuaciones de los protagonistas, la eficaz atmósfera del veteranísimo fotógrafo Steven Poster, y que su atrabancada producción con dificultades y retrasos en su estreno pueden volverla de culto. Un churrazo de culto, obviamente.
Un ensayo sobre imágenes preexistentes manipuladas para que tengan otro significado, perturbador y fascinante. Esta cinta (o pintura en movimiento) desafía al espectador.
Debido a su elegancia como entretenimiento, revela enorme cuidado en sus magníficos escenarios y minucias. Es una apuesta triunfadora, de tal belleza, que sin duda está entre las mejores producciones animadas del año.
El talentoso Aster construye un edificio visual minuciosamente elaborado, donde teje diversos elementos que culminan en una de las pesadillas más delirantes del cine contemporáneo.
La serie no da para más, excepto acrobacias irrealizables en la vida real: pertenecen al artificial ámbito ciber-virtual, donde la velocidad es tan inhumana como este absurdo churro. Que adora pisar el acelerador hacia la nada.
Sin atisbos de melodrama, Mungiu narra con una potente fuerza visual, como si su cámara fuese un bisturí, dejando en cada plano la crisis emocional y social expuesta sin caer en lo panfletario. Es una obra magistral e inquietante.
Klapisch establece un ritmo atractivo en esta divertida comedia, evitando la cursilería. Despoja a París de su encanto romántico y lo transforma en un desolado paisaje de sentimientos y anhelos insatisfechos.
La práctica actual de reproducir un guion, adaptándolo a la cultura local sin modificar sus características fundamentales, no suele tener buenos resultados. En este caso, el resultado es una película mediocre.
Si algo sabe Illya Naishuller es dirigir una puesta en escena impecable, que cuenta aquí con ayuda del ultradinámico fotógrafo Pawel Pogorzelski. Con ella crea una eficaz, estilizada, trágica, pero a la vez cómica ópera-ballet sobre una delirante atrocidad.
Es un filme notable donde las actrices brillan siguiendo el ritmo de la estelar Colman, imponiéndose con fuerza. Lanthimos, a su vez, se reinventa en esta cinta, una auténtica joya real.