Lawrence se esmera innecesariamente en crear una obra centrada en su protagonista. El filme intenta combinar el estilo de James Bond con la esencia de los espías clásicos de John Frankenheimer, pero la fusión no resulta exitosa.
Una trama elaborada con meticulosa precisión que se vuelve cada vez más aterradora a medida que avanza. Es inusual dentro del cine actual, ya que no brinda concesiones ni a los personajes ni al público.
El resultado es lo que se conoce como tour de force, una actuación magistral donde el protagonista da cátedra acerca de cómo mantenerse a la vanguardia.
Con los temas sociales que presenta, Gilroy podría haber creado una obra sin necesidad de un argumento policial. Aunque esta segunda perspectiva no es del todo creíble, no es negativa, pero repite ciertos clichés que ya hemos visto en otras películas de temática legal.
Cerebral misterio, sin exageración ni drama. Cine centrado en actuaciones sutiles y en planos cerrados que transmiten una gran expresividad. Realmente impresionante.
A pesar de una dirección clara, la historia presenta debilidades al enfatizar en exceso la psicopatía del protagonista. Un debut que no logra alcanzar su pleno potencial.
Ni de broma es tan mala como afirmaron algunos críticos en Estados Unidos. Gracias a la inquietante fotografía de Salvatore Totino, cada calle es un escenario auténtico. Sin embargo, su mayor fallo radica en el final.