Es sorprendente cómo actores de renombre como Pierce Brosnan, Salma Hayek o Jessica Alba han aceptado participar en un proyecto con un director cuya trayectoria no promete nada positivo.
La ingenua entrega de Annette Bening brilla en cada escena. Junto al talentoso Ed Harris, esta obra, aunque sencilla, logra transmitir una calidez especial gracias a su actuación.
Lo bueno y lo malo de la película es que la desazón permanente que desprende la narración te va llegando en raudales continuos de amargura, latente el caos y la muerte.
Conjunción de los cuentos de los hermanos Grimm en una difícil amalgama que cuesta digerir entre nota y nota a veces resulta opulenta y desmesurada, pero visualmente muy atractiva.
Plagada de altibajos, la película se sostiene gracias a Coronado, quien destaca en medio de un guión que, aunque presenta algunos gags interesantes, resulta en su mayoría predecible y algo vulgar.
Es una narrativa que evoca desolación, llena de silencios y gritos de ayuda de aquellos que se sienten aislados. Un retrato sombrío de personas profundamente afectadas por la falta de sentido en sus vidas.
Una película que debería haber explorado más a fondo la complejidad de su trama. Presenta altibajos, pero si buscan escapar de la dura realidad, podrá ofrecerles algunos momentos de alegría.