Está condenada a convertirse en clásico. La solidez con que Aster maneja los recursos dramáticos, técnicos, visuales, sonoros y narrativos, (...) convierten a su debut en un punto alto del cine de género independiente.
La incorporación de ciertos elementos que se inclinan a esbozar algún tipo de explicación para lo que ocurre resulta contraproducente. Una decisión que acaba por arrasar con el elemento siempre perturbador de lo desconocido.
Como si fuera un experimento social, el cineasta se arriesga a llevar al límite la idea de un idealista antisistema y globalifóbico para observar las consecuencias. Sin embargo, no se detiene ahí, también explora los lazos familiares.
El director estadounidense crea, con una simplicidad intencionada, un universo de duplicidad y repetición. La estructura narrativa de la película presenta constantemente dos perspectivas para observar y comprender la misma situación.
Rozema logra desenvolverse con habilidad en su representación. No obstante, cae en ciertas torpezas lombrosianas al señalar innecesariamente la conducta de algunos personajes mediante sus gestos. La película ganaría si se prescindiera de ese enfoque excesivo.
Resulta imposible negar que una densa tensión dramática la atraviesa casi de punta a punta. Sin embargo, el mérito no proviene de la construcción narrativa, sino de una única causa, que tiene la cara, el cuerpo y el nombre de Russell Crowe.
Un curioso grupo de superhéroes y un desfile de historias disparatadas sirve al realizador francés, toda una anomalía en su país, para pintar un desalentador retrato de la humanidad.
Ttiene la voluntad de incomodar al público pero, lejos de interpelar, sus “metáforas” resultan tan ramplonas como su humor, que casi nunca va más allá de lo escatológico.
Le alcanza para surfear por encima de cierto costumbrismo que amenaza con asomar por acá y por allá, pero que la directora logra casi siempre mantener bajo control.
La realizadora y actriz logra transmitir una visión profunda de un mundo donde la presencia masculina es solo ocasional. Es un país de las maravillas que resulta melancólico y peligroso, pero también presenta momentos de ternura y un agudo sentido del humor.
El problema es la abundancia de un ingenio demasiado vulgar, el uso inapropiado de la incorrección política y una evidente falta de verosimilitud. Esto revela que la ligereza empleada tiene como única finalidad destacar los aspectos negativos de la historia.
Lo que parece recorrer el camino de la comedia romántica termina combinando humor negro, suspenso y hasta terror, revelando de paso la desigual relación de poder entre hombres y mujeres.
La película comete una serie de excesos, es cierto, pero que le permiten darle forma a un escenario de tal crueldad, que le impiden al espectador refugiarse en la comodidad de la observación pasiva.