Lo que impide que la película se convierta en una horterada total, es su inquietante atmósfera y su perturbadora calidad infantil, que sumerge al espectador en una pesadillesca realidad alternativa.
Kendrick, como directora, sorprende al presentar eficazmente escenas de suspense al estilo de Hitchcock, destacando su habilidad para combinar tensión con su distintivo ingenio, a pesar de no estar asociada a temáticas sombrías en su faceta actoral.
Una vez que eliminas los impresionantes escenarios, solo queda una comedia romántica que carece de auténtico romance y que resulta divertida en raras ocasiones.
Esta obra es excepcional en su erudición, ya que desarrolla una teoría integral que explora la manera en que las películas de terror populares a nivel global reflejan el trauma nacional.
La película, a pesar de sus impresionantes paisajes de bosques dispersos y las inquietantes chimeneas industriales que Riegel captura en hermosos y granulosos 16mm, carece de elementos realmente memorables.