El diseño es hermoso. La película mantiene su belleza y su poder cautivador desde su estreno. Reiniger fue una gran pionera y cineasta, a quien la historia aún le debe reconocimiento.
Este film tiene el defecto –pura responsabilidad del director, Brett Ratner– de descuidar el aspecto dramático de su personaje y, peor, de desinflar con ausencia total de imaginación las secuencias de acción.
No se va a filmar nunca más una película así, y volver a verla es una experiencia notable: hoy, quince años después, parece más original que cuando su estreno.
No solo de expresionismo vivía el cine alemán en los años 20 del siglo pasado. También se hacían grandísimas producciones como esta versión un poco condensada de “La Ilíada”.
Es una despareja pero fascinante exploración de la locura del poder, puesta en relieve además por el bellísimo diseño del dos veces oscarizado Danilo Donatti.
Es una de las pocas grandes películas épicas de la historia protagonizada por una mujer, y quien esto escribe está convencido de que eso es lo que nadie le perdonó. Mankiewicz transforma esta historia de togas y coliseos en un drama moderno, casi como una obra de Tennessee Williams con esteroides.
Sin ser excepcional, presenta tres elementos que justifican una visita al cine: Toni Servillo, una narrativa real acerca de censuras y polémicas que se desarrolla de forma eficaz, y el personaje de Eduardo Scarpetta, que resulta ser realmente fascinante.
Esta versión de animación hiperrealista con actores destruye la esencia del original, alargando la narrativa y, lo más importante, haciendo que pierda encanto y magia, esa cualidad tan escasa que Disney solía recrear.
Aunque algunos actores son un tanto exagerados, en general, el espectador se sumerge en todo lo que ocurre y es transportado a un mundo del pasado que guarda ciertas conexiones con el presente.
Toda la película brilla y estalla en color y vértigo, pero de ningún modo hay algo gratuito. No se volvió a hacer algo igual. Mejora 100% cualquier día espantoso, y mire que vienen sobrando.
Esta nueva versión es una especie de morbo, pero no se puede culpar a la película por ello. Gran parte del cine basado en hechos reales, especialmente aquellos con contenido violento, ha adoptado esta tendencia.
Ozon, experto en subvertir las expectativas del espectador, presenta aquí una historia en hermoso blanco y negro que desafía los prejuicios y aborda, de manera indirecta, la intolerancia actual, sin renunciar en ningún momento al dulce romanticismo.