Realizado, aunque parezca redundante decirlo, con veneno y ganas de divertirse, dos características del cine de Aldrich, siempre al filo del grotesco pero siempre incómodo. De esas películas que hay que ver.
Es una película que, en diversos momentos, logra ser muy cómica y presenta personajes interesantes. Aunque hay instantes en que la comedia decae, en general es una experiencia válida y sin restricciones.
Es una gran pesadilla visual con un esquema narrativo que se compone de momentos, a menudo desconectados. Sin embargo, en medio de la destreza técnica y la meticulosa artesanía, se revela la certeza de que el cine todavía tiene algo que comunicar.
Lo que distingue esta animación solo para adultos de otras es su estilo, caracterizado por momentos de intensa psicodelia y una elección de diseños y colores que se aleja de cualquier tradición. La producción combina perversión, delirio y una belleza plástica única.
Esta película es una adaptación de la novela satírica "El congreso de futurología", de Stanislav Lem. El tono de Lem es el de un cartoon disparatado e hiperbólico; el de la película es más reflexivo y dramático.
Gráfica y técnicamente, la película sigue siendo una joya incluso si pertenece a una época donde el uso de una computadora estaba fuera del alcance de casi todo el mundo.
Esta película, a diferencia de otras obras “con animales”, tiene un defecto enorme: la animación hiperrealista, que en lugar de crear verosimilitud, genera una distancia grande con el espectador en secuencias clave.
Lo más importante es la combinación de una comicidad basada en el diálogo veloz y punzante, y el humor basado en el puro movimiento y el vértigo, que funciona como contrapunto.
El conjunto es simpático, pero el hecho de que piense en un espectador demasiado niño juega en contra de las posibilidades satíricas del tema. Se ve sin enojo.
Lo que más se destaca es la belleza y el hallazgo de grandes momentos, más allá de la moraleja un poco tirada de los pelos que siempre incluyen estos films. La Naturaleza es todo el espectáculo.
Es de las mejores sitcoms existentes. Bajo su diseño engañosamente simpático, aparecen temáticas adultas tratadas con ternura y humor, y el mejor retrato de la “adolescencia eterna” de estos tiempos. Imperdible.