'Sonic' no es mala, simplemente no es. Construye un bastidor de historia para disponer de escenas de acción que ya sabemos cómo terminarán, y cierra el asunto con una declamación sobre la amistad.
Es excelente en todos los aspectos técnicos y estéticos. Dirige un notable realizador de westerns modernos, James Mangold, un director que merece una reevaluación seria.
El film cumple con los aspectos biográficos necesarios para explorar su tesis, y eso es suficiente. Hanks es el único actor que logra aportar humor sin caer en la exageración.
El empleo de los recursos cinematográficos, los encuadres, las locaciones y lo meramente “técnico” en general es de una inventiva gigante. Emoción pura y genuina.
La película ajusta adecuadamente lo necesario para mantenerse fiel tanto en espíritu como en la historia a la obra original. Es igual de buena y, al mismo tiempo, diferente.
Solo la primera secuencia basta para evidenciar que esta película emplea los recursos del género con un propósito diferente. El director ha conseguido crear una obra destacable que, además, otorga un nuevo significado a la obra literaria original. No es un logro menor.
La película padece de ciertos problemas de ritmo, sin embargo, Stiller y Adams, interpretando a padre e hijo, logran algo excepcional. Stiller se destaca como un gran actor gracias a su talento como comediante.
Está contada con una sensibilidad y un humor poco comunes. Los lugares comunes que aparecen aquí y allá molestan poco porque la autenticidad del juego hace de las situaciones algo único para el espectador.
Cranston y Hart son talentosos comediantes, lo que hace que la experiencia sea entretenida. Sin embargo, hay momentos en los que se pierde el hilo y se confunden las escenas de unas versiones con otras. Es interesante cómo las traducciones pueden alterar la percepción de la historia.
El acierto radica en que todo presenta una dimensión humana. Hay una mezcla de humor y, desde su épica mínima, se aborda el heroísmo junto a temas que trascienden la realidad actual.
Por momentos, hilarante; por momentos, en busca de una emoción forzada, tiene en el trabajo dinámico de los actores el mejor argumento para que el espectador se sienta reconfortado.
Mejor que todos los grandes “tanques” de vacaciones de invierno juntos o combinados: hágales un favor a sus chicos (y a usted también) y anímese a ver esta película. De nada.
Aunque en los últimos años el director Cesc Gay ha adoptado un enfoque más convencional, mantiene la habilidad de evitar los lugares comunes que suelen resultar falsos. En esta ocasión, junto a las actuaciones de Ricardo Darín y Javier Cámara, consiguen que la amabilidad predomine en la narrativa.
De esas historias humanas con una lección que ofrecer, pero que, gracias a su simpatía, logran sobresalir de lo común. Aunque es un producto sueco, no puede considerarse malo en absoluto.
Tiene un corazón tan grande como cada una de sus secuencias de acción. Todos los actores creen –creen en serio– en el mundo que les ha sido dado habitar y el humor y el peligro llenan cada una de las secuencias.
Este film de dirección anodina logra cautivar, no por su mensaje o por lo que establece como norma, sino gracias a la interpretación de los actores, quienes añaden profundidad a la trama y a sus personajes.