Es una fantasía, una especie de fluir de la conciencia pop que narra la vida del cantante británico de la única manera en que es posible: como un gran musical colorido y festivo incluso en sus momentos más o menos trágicos.
La película explora el proceso de adaptación de un libro, mostrando cómo, en el filme, se manifiesta de manera casi tangible. Esta característica le brinda a la intrigante aventura oscura una profundidad poco común dentro del cine.
Aunque no es lo mejor que ha creado McKay y en ciertos aspectos resulta demasiado progresista, el resultado, tanto como invención como en su método, sigue siendo interesante.
Hay un uso desmesurado de la explicación, una saturación de planos y emociones y un tempo que disuelve en gran medida el impacto del film. Que es mejor que la media, de todas formas, aunque decepcione al seguidor del realizador.
No hay demasiada creatividad en la trama, pero cuenta con algunas virtudes. Los sustos logran funcionar en su mayoría; hay secuencias que establecen las condiciones adecuadas para que estos momentos se desarrollen de forma efectiva.
Gracias a la carisma de Hammer y Cavill, así como a su constante juego con un diseño de los años sesenta que evita caer en la nostalgia superficial, esta película se sitúa entre lo mejor de la carrera de Ritchie. Además, cuenta con un toque emocional y un sentido del humor que va más allá de la mera ironía.
La película incorpora todos los elementos de un buen melodrama, complementados con toques de comedia y una dosis equilibrada de erotismo, esencial para la trama.
Para encontrar buenas películas hay que revolver. “Phantom” es una de ellas, y se trata de un film “menor”. Sin embargo, el filme se gana su derecho a ser visto por un público mucho más amplio.
El material del rodaje original revela la sensibilidad de Clouzot para capturar la toma más impactante, aquella que provoca un profundo efecto emocional. Aunque el resultado tiene un matiz mortuorio, la idea se transmite y ofrece una enseñanza sobre los motivos detrás del arte.
Aun con su tono dramático, esta película debería verse en tándem con 'eXistenZ', la otra genialidad del director sobre el estatuto de la realidad y cómo elegimos a cuál pertenecemos.
Lo más destacado no es solo la recreación de un mundo olvidado, sino dos aspectos fundamentales: la conexión entre un padre y su hijo, con una gran actuación de Martín Campilongo en el papel de Rodolfo Senior, y la exploración del funcionamiento creativo de un artista.
Pasa sin dejar huella, o más bien con más pena que gloria. Esto se debe a que desperdicia una gran oportunidad para narrar un periodo un poco más liberador.