Lo que se presenta es un relato casi telenovelesco con escaso conflicto. Sin embargo, resulta simpático, se disfruta y los personajes son dignos de mención.
No suele ser garantía un premio, pero aquí se muestra el arduo trabajo de alternar la angustia, la emoción contenida y la construcción de un dolor a lo largo del tiempo. Es una épica de las emociones.
Hay algo de melancolía y una perspectiva sobre lo que a menudo se considera "kitsch". Desde Argentina, y en el contexto de nuestra historia, la película resuena de una manera diferente. Y eso no es un aspecto negativo.
El problema de este film es que su puesta en escena es totalmente desabrida. Podían contarse muchas cosas, podía ser una película realmente perturbadora. Queda en un docudrama que no desentonará en la ventana digital.
Hay momentos en los que la narrativa se siente apurada, como si se hubiera tenido que concluir el guión de forma precipitada en el último tercio. Sin embargo, la simpatía de los intérpretes, junto con la atmósfera y ciertos instantes, logran justificar el visionado.
Lo malo: es una película de terror repleta de clichés que rara vez logra evocar ese vacío y la incertidumbre que suelen generar miedo. Se siente como una más del género.
La noche y la Buenos Aires alucinante e irreal que captura la cámara, junto con la historia misma, convierten la trama en algo universal. Esta universalidad conlleva una ambigüedad que invita a una reflexión más profunda, alejándose de los clichés habituales.
Una genialidad de Affleck, es muy entretenida, un tren narrativo que últimamente falta en cualquier pantalla. Lo de Arkin y Goodman es maravilloso, polenta cómica del mejor cuño.
Ese matiz, ese terror que asoma por momentos, es apenas una excusa para el chiste retorcido, pero previsible. Quizás Burton haya, finalmente, dejado la infancia. Sería una pena.
Un personaje tan complejo y único merecía un filme que provocara emociones, ya sea a favor o en contra. No obstante, la película resulta ser anodina y decepcionante.
El paso de Joe Pesci de este film al mafioso calmado y resignado en 'El Irlandés' refleja cómo Scorsese ha evolucionado en su percepción del mundo, la historia y la naturaleza humana.
Es cierto que hay muchas ficciones similares, pero eso no quita que el retrato que se construye en esta no sea competente y lo suficientemente ambiguo como para que nos cueste tomar posición. Y eso es una gran virtud.