Hay momentos en los que la narrativa se siente apurada, como si se hubiera tenido que concluir el guión de forma precipitada en el último tercio. Sin embargo, la simpatía de los intérpretes, junto con la atmósfera y ciertos instantes, logran justificar el visionado.
Lo malo: es una película de terror repleta de clichés que rara vez logra evocar ese vacío y la incertidumbre que suelen generar miedo. Se siente como una más del género.
La película combina cierto humor negrísimo y evidente con un aliento trágico, creando un mundo finalista y sin salida, respaldado por imágenes que en ocasiones son poderosas.
La noche y la Buenos Aires alucinante e irreal que captura la cámara, junto con la historia misma, convierten la trama en algo universal. Esta universalidad conlleva una ambigüedad que invita a una reflexión más profunda, alejándose de los clichés habituales.
Hay momentos sorprendentes, aunque no son suficientes para llamarla una gran película. Depp es responsable de lo mejor y culpable de lo peor en este extraño film.
Una genialidad de Affleck, es muy entretenida, un tren narrativo que últimamente falta en cualquier pantalla. Lo de Arkin y Goodman es maravilloso, polenta cómica del mejor cuño.
Ese matiz, ese terror que asoma por momentos, es apenas una excusa para el chiste retorcido, pero previsible. Quizás Burton haya, finalmente, dejado la infancia. Sería una pena.
Un personaje tan complejo y único merecía un filme que provocara emociones, ya sea a favor o en contra. No obstante, la película resulta ser anodina y decepcionante.
El paso de Joe Pesci de este film al mafioso calmado y resignado en 'El Irlandés' refleja cómo Scorsese ha evolucionado en su percepción del mundo, la historia y la naturaleza humana.
Es cierto que hay muchas ficciones similares, pero eso no quita que el retrato que se construye en esta no sea competente y lo suficientemente ambiguo como para que nos cueste tomar posición. Y eso es una gran virtud.
Una película que además nos ofrece una sana reflexión: pensar qué es aquello que nos desencadena la carcajada, cómo la peor desgracia puede ser, desde la distancia justa, un motivo para la comedia.
Notable mirada sobre la idea de vivir un secreto que, más allá de ser pensada como un retrato de la discriminación, va más allá de la circunstancia histórica en la que se narra.
Guadagnino, gran retratista de la juventud contemporánea, logra algo raro: un film original y “setentista” en el mejor (y más cinéfilo) sentido del término.