La película no olvida el contexto social que rodea la historia, pero se centra en lo verdaderamente esencial: la intensa aventura de salvar vidas. Viggo McGregor logra una actuación sólida y comprende a la perfección las motivaciones de su personaje.
El balance entre los personajes es perfecto, con Peterson y Luque mostrando un gran nivel. Winograd logra nuevamente hacer sonreír al público al combinar comedia y suspenso de manera efectiva.
El gran problema de esta producción de Netflix es que envuelve un relato moralista en medio de lujos y altos valores de producción, pero carece de cualquier tipo de ambigüedad.
Existía un tema central, la lucha entre la fe y la razón, así como otro más, la relación entre padre e hija. Sin embargo, en su intento por incluir todos los clichés del subgénero, se perdieron en los giros de la trama.
Filmada con un realismo estilizado que resalta a los protagonistas, sin golpes bajos ni secuencias innecesarias, la película logra lo que toda buena obra debe: abordar lo universal a través de lo particular.
Se trata de un film divertido y amable que se disfruta como andar en tren. No hace falta elogiar a los actores, pero sí destacar que Winograd tiene una mano perfecta para dirigirlos.
Los dos casos se presentan con un marcado didactismo, y el universo narrativo está edificado sobre estereotipos de lo que representan los ricos y los pobres.
Por momentos, resulta un documental "actuado" sobre lo que implica un caso terminal. El tema de la eutanasia, posiblemente lo más interesante y relevante, se aborda a través de diálogos que no terminan de impactar. El resto de la película es visible, aunque no particularmente memorable.
Este guión anodino y sin matices es elevado por la actuación excepcional de Christopher Walken. Su interpretación aporta dignidad, ira, tenacidad y una notable resiliencia a través de gestos precisos.
La serie presenta todos los elementos esenciales del género: intrigas palaciegas, crímenes intrigantes y una meticulosa recreación estética y sonora de la época.
Por un lado, la historia de amor es atractiva, gracias especialmente a la actuación de Emilia Clarke. Por otro lado, la intriga policial se presenta como una serie de obstáculos que, en comparación, resultan más triviales.
Es cierto que hoy resulta relevante por muchas razones extracinematográficas. Pero lo mejor de esta película es cómo mantiene el suspenso durante todo su transcurso.
Un thriller paranoico que, afortunadamente, se aleja de la creatividad gráfica excesiva y opta por un manejo excepcional de actores y emociones. Se enfoca en el miedo en lugar del susto, lo que permite construir un recuerdo duradero.
La película aborda el tema de manera precisa, sin extenderse más de lo necesario, y logra un equilibrio adecuado en sus momentos de impacto. Sin embargo, es importante resaltar que la historia real es considerablemente más intrigante que la representación cinematográfica.
Un relato bien narrado sobre un tipo común que hizo algo extraordinario, y la declaración de que el poder es malo malísimo siempre, algo que Stone nos ha dicho mejor en otras ocasiones.