Su problema es que en realidad no hay ninguna tensión: todo se desarrolla con prolijidad. Lo mejor es la ambigüedad sobre los hechos que rodea al protagonista.
La película presenta simbolismos y algunas escenas que parecen innecesarias. La técnica prevalece sobre el desarrollo de los personajes, lo que la convierte en un film exhibicionista y pedante. Iñárritu parece repetir la fórmula de Michael Bay en 'Transformers', aunque con un tono más serio.
El cuarteto formado por Christian Bale, Ryan Gosling, Brad Pitt y Steve Carell logra interpretar con gran precisión lo que resulta ser oscuro. El humor se siente natural y McKay tiene la habilidad de alcanzar su objetivo, aunque en ocasiones el dramatismo puede parecer exagerado.
Hablar de la dirección en este caso es ocioso, pero resulta funcional a lo más parecido al retrato que puede brindar el cine. (...) la sensación final es de una amabilidad a toda prueba, que nos permite reír incluso de momentos oscuros.
Mantiene el interés al dejar de lado el melodrama y centrarse en los aspectos más auténticos, que resultan ser los más sorprendentes, de esta historia de supervivencia.
Cada episodio se siente como una película en sí mismo, con un evidente toque agridulce característico de Spielberg, y cuenta con realizadores altamente capacitados.
Además del plácido recorrido, hay humor. Buen humor, podríamos decir, lejos de esa angustia a veces un poco artificial que destila el resto de la obra de este autor. Y, milagro, desde la primera toma es una película de David Lynch.
Una película que sigue siendo de las mejores obras de aventuras salidas del corazón de la industria. No hay una toma de más. Una reflexión sobre el cine mismo.
El hundimiento sigue siendo tan potente y bien realizado como en la época de su estreno. Si bien la de Cameron es una obra maestra, esta versión, no se compara y vale la pena.
Con momentos de humor, de suspenso, de terror, y con un Jesús totalmente creíble, la película ofrece un enfoque más auténtico que el de cualquier estampita. Esto la convierte en una obra central en la filmografía de Scorsese y su guionista, Paul Schrader.
Lo que hace que la película funcione son, sobre todo, las relaciones con los otros personajes: Hugh Grant es inteligente y gracioso, mientras que Simon Helberg logra equilibrar la simpatía y el fastidio en su papel como profesor de música.
Hay momentos muy buenos y un material de archivo notable. Si bien Arnold expresa sus pensamientos libremente, también demuestra la capacidad de enfrentar recuerdos difíciles y errores de una manera profundamente humana.
Mucho de lo que podría considerarse un defecto se transforma en virtud: no se puede narrar esta especie de monstruo histórico sin caer en lo desmesurado.
Es probable que lo mejor de esta serie, además de disponer de grandes testimonios y de un material de archivo absolutamente notable, sea el de registrar cómo un ser humano se convierte en un ser mitológico, irracional, iluminado.