Aunque no es una película perfecta, tiene un peso y un encanto que superan al de la mayoría de las producciones que usualmente encontramos en las salas de cine.
No hay películas como esta, que asuman riesgos y se atrevan a lanzarse sin restricciones. Además, tiene un humor excepcional y los personajes son muy carismáticos. Es un cine que se muestra tal cual es.
Los prejuicios son solo la punta del iceberg y no son exclusivos de los blancos. Esta ambigüedad es lo que permite que, casi treinta años después de su realización, la obra continúe siendo notable y fresca.
Una trasposición de la pesadilla al cine como pocas veces se había logrado y se volvió a lograr. Los travellings sobre maquetas son puro viaje hacia el inconsciente.
Esta versión de la novela de Gastón Leroux presenta momentos de gran fuerza dramática, con un estilo puro de grand-guignol. Chaney aporta un gesto de horror que es perfectamente adecuado y no exagerado.
La secuencia final es impresionante. Actualmente, solo se podría lograr mediante el uso de computadoras, pero aquí las vacas, cientos de ellas, son reales. Es una obra maestra, como casi todo lo que hace Keaton.
No hay nunca elogios suficientes para John Ford: hasta su peor película supera a la mejor de cualquier otro director. La película tiene un gran aliento y una profunda comprensión de lo que significó la transición de la barbarie a la civilización.
Wallace, el inventor calvo, y Gromit, su perro, son dos mitos del mundo animado. En esta ocasión, se adentran en el cine de terror, donde relatan la tenaz cacería de un ser que se transforma en un monstruoso conejo.
Wright lleva todo al extremo y por eso desarrolla, tramo a tramo, un auténtico film noir aunque aparezca teñido de colores vibrantes. Un film originalísimo.
El título sugiere un límite de revoluciones que convierte al automóvil en una trampa, reflejando la velocidad a la que avanza la película: constante riesgo de desmoronarse o explotar, pero siempre guiada por la mano firme de un director comprometido a contar una historia en cada una de sus obras.
No es una mala idea para una comedia romántica contemporánea. Sin embargo, Isabel Coixet, su directora, tiende a sacrificar la eficacia narrativa y el ritmo en favor de una "poesía" que resulta ser un lugar común, propio de carteles.
El problema radica en que todo se siente agotado; los giros de la trama resultan bastante predecibles y, de alguna manera, nos distraemos con el diseño de producción. No obstante, es comprensible que la obra tenga su atractivo.
Este es un buen film rumano. La película presenta un enfoque en la mala situación del mundo actual, pero lo hace con un realismo extremo y una gran precisión fílmica.