No todo funciona de modo perfecto; el espectáculo, en ocasiones, intenta imponerse, y algunas de esas secuencias físicas resultan redundantes. Sin embargo, hay virtudes.
Esta combinación de cuento infantil, repleta de estereotipos y con lo más cuestionable de Disney en acción real, presenta una grave falta de ligereza, incluso en sus intentos de ser humorísticos.
La simpatía del personaje, indisoluble a su dibujo, alcanza para que se trate de un entretenimiento cabal, que no apela solo a lo conocido sino que trata de establecer su propio rumbo. Para gritarle “olé”, con ganas.
Es uno de los mejores relatos existenciales que el cine ha ofrecido, retratando la historia de un individuo que descubre su lugar en el mundo y de otro que habita en una ilusión. Su intensidad se mantiene intacta.
Toda la historia se vuelve accesoria al conflicto y poco a poco, más allá de ciertas secuencias por cierto espectaculares, disuelve la humanidad e incluso la ambigüedad de los protagonistas.
El thriller periodístico cumple su función. Sin embargo, tener un tema respetable no garantiza que una película sea considerada "buena" en términos estéticos, aunque sí pueda serlo desde una perspectiva moral.
Es válido expresar nuestras opiniones, pero a un documental que no es militante se le exige imparcialidad. 'Allen Vs. Farrow' encarna el extremo de la corrección política.
Bien narrada y bien dirigida, con un guion sólido y una destacada actuación de Michaela Coel. Sin embargo, presenta todos los clichés relacionados con la corrección política. A favor, el tono no es trágico, sino que tiende a ser irónico y, en ocasiones, incluso cómico.
La serie desarrolla la narrativa con gran detalle, pero parece tener una condena predeterminada que limita la capacidad del espectador para formar su propia opinión. Además, el uso de testimonios de las víctimas resulta poco respetuoso.
Hay un problema irresuelto con ciertas series que quieren dejar un mensaje y entretener al mismo tiempo: que una cosa interfiere con la otra. De todos modos, es suficientemente dinámica como para mantener la atención.
Las tres actrices protagonistas destacan en sus actuaciones y se integran a la perfección con la narrativa y el contexto de la historia. Sin embargo, lo más relevante es la transparencia que se logra al adentrarse en ese mundo, enfrentando y temiendo al monstruo.
El ritmo narrativo logra evitar el cliché del “pueblo chico-infierno grande”, en el que se suele caer. El trabajo de Witherspoon es fundamental para la narración.
Una de esas películas que ya no se hacen: las que nos entretienen y molestan, las que nos obligan a pensar el mundo y a nosotros mismos más allá de los títulos del final.
La película explora diferentes caminos, aunque en ocasiones se siente estancada. Sin embargo, la actuación de Fonzi impulsa la trama con la energía de una locomotora.