Una trasposición de la pesadilla al cine como pocas veces se había logrado y se volvió a lograr. Los travellings sobre maquetas son puro viaje hacia el inconsciente.
Wallace, el inventor calvo, y Gromit, su perro, son dos mitos del mundo animado. En esta ocasión, se adentran en el cine de terror, donde relatan la tenaz cacería de un ser que se transforma en un monstruoso conejo.
Wright lleva todo al extremo y por eso desarrolla, tramo a tramo, un auténtico film noir aunque aparezca teñido de colores vibrantes. Un film originalísimo.
El título sugiere un límite de revoluciones que convierte al automóvil en una trampa, reflejando la velocidad a la que avanza la película: constante riesgo de desmoronarse o explotar, pero siempre guiada por la mano firme de un director comprometido a contar una historia en cada una de sus obras.
Es un retrato de cómo funciona la inteligencia. Cómo aprendemos a razonar, eso es fascinante, casi parece una película de suspenso o de ciencia ficción, una que no les tiene miedo ni a las imágenes ni a las palabras.
Quien esto escribe no está en contra de la religión. Quien esto escribe está en contra de la propaganda, especialmente cuando está filmada con los muñones de los hombros. Por lo insólita, imperdible.
Aquí esa esquizofrenia estalla con una precisión notable y un grado de invención cómica que pocos grandes del cine han tenido. Sigue siendo efectivísima.
El final es uno de los momentos más emotivos y tristes de la historia del cine. Es una película que invita a agradecer, incluso desde una perspectiva atea.
[Contiene] un enorme gusto para el diseño y la capacidad de encarnar mil personajes de cada uno de los intérpretes. El final es una de las grandes bromas que ha dado el cine cómico en toda su existencia.
Lo que hizo Monty Python fue deconstruir el mundo y reconstruirlo de tal manera que todas sus taras se hacen evidentes. Es un verdadero acontecimiento poder disfrutar de su obra. Además, reír con ella es un regalo; el mundo no ha cambiado.
El humor inglés, combinado con un enfoque paródico y la excelente química entre dos actores que forman un gran dúo cómico, hacen de esta película una experiencia muy divertida.
Con buenos momentos, pero muy por debajo de las grandes obras como 'No se metan con Zohan' o 'La mejor de mis bodas', permite apreciar de manera clara el estilo cómico de Sandler.
Es tan buena como la original lo fue para su tiempo y agrega la idea no demasiado original, pero tampoco demasiado transitada, de “terror para todo público”.