El cine se presenta aquí en una forma física, perfecta y deliberadamente bidimensional, encapsulando la esencia de Stallone y su icónico personaje, Rambo.
La película, aunque formalmente aceptable, enfrenta el desafío de perder su esencia poética al transformar una idea casi ficticia, como el hombre de los objetos, en un cliché muy común.
Lo interesante de esta serie es que va más allá de los tópicos de mujer maltratada y sociedad explotadora, profundizando en la vida de todos los personajes. Además, logra hacerlo de una manera inteligente y envolvente.
Tremenda y apacible obra maestra sobre el paso del tiempo y la enorme ironía que eso implica, tiene algunos de los momentos más brillantes de su cine y logra combinar varios géneros y tono.
Ripstein lleva las cosas a un extremo tan sangriento que, en medio de la tragedia, aparece un lado satírico e irónico de la realidad que crea un profundo abismo entre los hechos y las palabras.
Requiere de un espectador que esté absolutamente dispuesto a tomar el tiempo necesario para ver y comprender; si lo hace, cada pequeño movimiento en el plano, cada gesto, le dirá tanto como en el teatro Noh japonés.
Grandes valores de producción. Los lugares comunes sobre ricos y pobres están presentes, tal como uno podría imaginar. Sin embargo, a pesar de ello, logra funcionar.
Hay películas perfectas. Esta es una de ellas. Cuando el film concluye, resuena en la memoria como algo excepcional, como si la vida diaria y superficial fuese capturada por seres de otro planeta. No hay otras películas que se asemejen a esta.
El suspenso se pierde en una narración lenta que carece de elementos intrigantes. A pesar de intentar ser dinámico, el resultado es una película demasiado rígida.
El resultado es tanto justo como devastador, ya que hay instantes en los que el espectador se siente impotente ante el sufrimiento de los protagonistas. Este film logra una perturbación que pocas películas consiguen.
La primera temporada muestra un gran potencial cómico, aunque solo se explota en momentos puntuales. Sin embargo, esto puede ser positivo, ya que gran parte del humor se desarrolla gradualmente en un contexto donde la sátira es accesible.
Es interesante, especialmente para el ateo. Porque explica la existencia de algo tan inaprensible y universal como la necesidad de trascendencia, y lo hace de modo ameno, incluso divertido.
La agente Carrie Mathison se ha convertido en uno de los personajes más notables de la televisión, y su intrincada personalidad nos atrapa en los pormenores de la trama.
El film destaca por su humor absurdo y romántico, además de ofrecer una creatividad excepcional en las secuencias de acción, algo poco común en el cine de acción de Hollywood. Resulta una experiencia cinematográfica única y sorprendente.
Oportunidad desperdiciada: el film original era previo a internet y el discurso sobre lo virtual y lo irreal, por lo que una nueva versión permitía entrar con más fuerza en esos temas. Pero para eso habría hecho falta un auténtico director de cine.
El espectador se conecta con cuestiones casi atávicas, más allá de que el entretenimiento y el relato mantienen la tensión durante toda la proyección. Este ejercicio concreto y conciso resulta estimulante.
Hay momentos sublimes, como el encuentro con John McEnroe, quien frecuentemente aparece en las películas de Sandler. Además, el personaje interpretado por Turturro demuestra que también es un comediante de gran talento.