McQueen profundiza en las circunstancias y logra integrar las imágenes del entorno del protagonista, lo que permite que éstas refuercen y expresen sus emociones.
Más allá de las aventuras y el delicado equilibrio entre la imagen y la música, esta obra se presenta como un reflejo japonés de tradiciones universales, un relato moral que va más allá de su contexto cultural. Es difícil hallar una película que haya alcanzado tal belleza.
La película destaca por dos aspectos fundamentales. En primer lugar, la acción ocurre en un número limitado de escenarios, lo que genera una atmósfera de claustrofobia que afecta a los personajes. En segundo lugar, el magistral uso del color, realizado por Nicholas Roeg, intensifica aún más esa sensación.
Kevin Reynolds es un narrador que evoca un estilo clásico y un aprecio especial por la literatura juvenil, lo que se refleja en esta película, una conmovedora adaptación de una obra hermosa.
El aprovechamiento de los escenarios refleja los sentimientos de los personajes, algo que a menudo se pasa por alto en este género. Hay un juego con las imágenes que permite descubrir lo que se oculta tras ellas.
Vista hoy, la película irradia una intensidad y elegancia que raramente se encuentra en el género. Aunque en su momento fue un fracaso comercial y posiblemente mal comprendida, actualmente se destaca por su extraordinaria fuerza expresiva.
Una excelente película de género. Aborda la tradición de este tipo de films, enfocándose más en la conquista del territorio por parte de la civilización que en Estados Unidos.
Hay algo mágico en la película que resulta hipnótico, llevándonos a un viaje que, a pesar de su base histórica, se adentra en una de las fantasías más elevadas.
Mizoguchi narra con delicadeza, ubicando la cámara en el lugar adecuado. Todo es visualmente impresionante y cada plano sorprende, pero esta belleza no eclipsa la historia, sino que se entrelaza con ella.
La serie se destaca por su humor singular, que combina lo agridulce y lo cómico de forma sorprendente. La escritura, en gran parte a cargo de Kudrow, es excepcionalmente inteligente. Definitivamente, vale la pena verla.
Uno de los grandes momentos de la televisión. La serie es magnífica, con una comicidad impecable, una visión irónica de la cultura actual, toques surrealistas y una emoción auténtica.
Si esperaba sátira, burla o parodia, este no es el filme para usted. La única parte destacable de esta mala película es que el asesino utiliza una careta de Winnie Pooh, aunque ni siquiera eso resulta impresionante.
El comienzo es lento, pero a medida que avanza, la película adquiere una atmósfera pesadillesca muy efectiva. Se siente más como un ensayo que como un film, aunque cuenta con momentos destacados que merecen atención.
Mito de la televisión, esta serie redefinió lo que conocemos como "serie" en la actualidad. Combina ciencia ficción, fantasía, sátira, tragedia y romance en una narración compleja y fascinante.
Es entretenida y sincera, gracias a sus diálogos ingeniosos y tramas sólidas, transportándonos a la época en que ver una "serie" era una emocionante aventura cada semana.