Con su habitual estilo parco, pero eficaz para filmar, Kaurismäki llena la pantalla de buenos sentimientos, música melancólica y su singular sentido del humor.
Un breve divertimento teatral, apoyada en un grupo de muy buenos actores. (...) sirve de ejercicio histriónico con sus sorpresivos giros de tuerca. Pero no es un título fuerte para un festival de cine.
Porumboiu no se limita a las referencias populares, sino que elabora con firmeza su compleja e inesperada trama. Su enfoque es muy diferente al de la mayoría del nuevo cine rumano y sus fríos retratos sociales; además, demuestra que también es capaz de jugar ingeniosamente con la revisión de géneros.
Lo que no compartí fue el sentido del humor de 'The Square'. Muchas ocurrencias de la película provocaron aisladas risotadas en la función de prensa. Debe ser un asunto cultural. Quien esto escribe se mantuvo impávido durante toda la proyección.
Hay elementos de sátira social, al igual que en su anterior 'Dogtooth', pero resulta complicado discernir las verdaderas intenciones de Lanthimos, más allá de desconcertar a la audiencia.
A Portes lo salva su buen instinto para lo humorístico, su sentido del timing y su habilidad para resolver complicadas secuencias de acción, [sin embargo] no consigue que 'Pastorela' culmine con el tono de delirio buscado. Algo le falta a las acciones climáticas.
Nadie filma como Miller las persecuciones en carretera. La idea de construir una mitología diferente a la de Mad Max tiene potencial, pero la película avanza de manera abrupta y descontrolada.
No es tan impactante como The Act of Killing, ya que el caso es conocido y el cinismo de los perpetradores no nos sorprende. Sin embargo, sigue revelando un crimen de lesa humanidad, cuyos responsables permanecen impunes y en el poder.
Miller demuestra que, a pesar del tiempo transcurrido, nadie le gana en extraer espectacularidad cinematográfica de ese choque entre la testosterona, el gusto por la destrucción, el octanaje, la violencia y el exceso.
Con un estilo narrativo distante y frío, impulsado por la música sintetizada de Robert Levon Been, que mantiene al espectador en una especie de trance, Schrader conduce la historia con su determinismo característico.
El melodrama resulta excesivamente truculento, pareciendo más una película de arte creada intencionadamente para festivales, sin considerar un público más amplio.
Lástima del estilo primitivo de Parvu, que lo filma todo desde un solo plano de formato ancho, donde acomoda como puede a los personajes que no paran de discutir. Así, el asunto se vuelve tedioso y chato.
Arnold utiliza una cámara en mano que tiembla constantemente, junto con una música incesante de varias canciones, y esto no logra captar nuestro interés en las desventuras de su heroína.
El realizador Beto Gómez ha demostrado con su cuarto largometraje de ficción que ha pulido su estilo, otrora tosco pero desenfadado, para hacer comedias.
Wolverine, al igual que otros héroes de Marvel, es un personaje complejo que enfrenta el dilema de su propia inmortalidad. Aunque la actuación de Jackman es destacable, el conflicto carece de la profundidad trágica que se esperaría en historias más profundas.
El sentido de la observación de Rosales sigue presente, aunque su personaje más destacado, Óscar, no regresa. Su peculiaridad, aunque un tanto extravagante, se echa de menos. La película pierde algo de fuerza sin él.
Costa-Gavras sorprende con 'Le dernier souffle', una de sus obras más destacadas. Este título se destaca por su profundo enfoque emotivo y humanista, contrastando con el habitual interés político que caracteriza su filmografía.