La habilidad narrativa de Chazelle va construyendo una acelerada tensión dramática como una olla exprés que finalmente explota en la magnífica secuencia final. En ese punto, el espectador al que no le suden las manos no tiene sangre en las venas, sino clorofila.
Tran obtuvo el premio a la mejor dirección en Cannes. Distinción que sorprendió a varios, aunque es difícil pensar en otra concursante que haya ostentado una puesta en escena tan amorosa. Y tan sutil.
Kore-eda emplea una nueva estrategia narrativa llena de ambigüedad. Se pueden notar huecos intencionados en las dos primeras revelaciones. No obstante, en la tercera, todo encaja de manera impresionante, resonando con una profunda carga emocional.
Alché y Naishtat utilizan un ingenioso sentido del humor para criticar ciertos hábitos de sus compatriotas, pero abordan la filosofía con seriedad. Además, la actuación de Subiotto y Sbaraglia aporta un toque cómico en sus respectivas interpretaciones.
El tratamiento es superficial, incluso Stone, una actriz que transmite una vivacidad inteligente, termina viéndose tonta. Se reconoce que el casi octogenario Allen continúe siendo productivo cada año; sin embargo, sus fracasos se vuelven cada vez más recurrentes.
Debo confesar que Morfeo me noqueó varias veces durante la proyección, entonces mi apreciación de 'Joaquim' no es cabal. Pero lo que vi no me convenció nadita sobre la ventaja de permanecer despierto.
La premisa cómica carece de evolución y se queda estancada en la payasada, lo que permite que buenos actores como Léa Seydoux, Vincent Lindon y Louis Garrel sobreactúen.
Siempre mantiene el interés, a pesar de que los personajes no son los usuales personajes cinematográficos. Hay algo repelente –y a la vez fascinante– en ellos. La película puede causar perplejidad, pero no indiferencia.
Dumont intenta presentar una sátira política que, sin embargo, resulta ser un proyecto mal concebido y peor ejecutado. En definitiva, esta se posiciona como su película más débil hasta ahora.
Si al principio de su carrera el realizador evocaba comparaciones con François Truffaut, ahora ha emulado en cierta forma a Eric Rohmer, otro emblema de la Nueva Ola francesa.
Con su habitual estilo parco, pero eficaz para filmar, Kaurismäki llena la pantalla de buenos sentimientos, música melancólica y su singular sentido del humor.
Un breve divertimento teatral, apoyada en un grupo de muy buenos actores. (...) sirve de ejercicio histriónico con sus sorpresivos giros de tuerca. Pero no es un título fuerte para un festival de cine.
Porumboiu no se limita a las referencias populares, sino que elabora con firmeza su compleja e inesperada trama. Su enfoque es muy diferente al de la mayoría del nuevo cine rumano y sus fríos retratos sociales; además, demuestra que también es capaz de jugar ingeniosamente con la revisión de géneros.