Duele la total ausencia de ideas que demuestra la película para contarlo. Una colección de lugares comunes y tristes tópicos. Personajes sin término medio.
La primera escena resulta sencillamente genial. Brutal. Su poca habilidad de narrador resta eficacia e impacto a la indudable y turbia imaginación visual del cineasta.
Un derroche de épica que resulta tan ensordecedor como confuso. Carece de un punto de vista definido; prevalece la ley del más grande: el plano más amplio, la destrucción más absoluta y un guión enmarañado. Falta de nervio, pero sobrado de ruido.
Minuciosa reconstrucción de los motivos que asisten a una película; reflexión-homenaje a vueltas con el oficio de director. A propósito de "Roma, ciudad abierta"
Se queda en un tono demasiado indefinido. El excelente reparto consigue esa mezcla de nostalgia amarga y esperpento propia unos tiempos crueles y apolíticos.
Un ácido, divertido e hiriente relato de aroma autobiográfico. El más lúcido retrato de la derrota en tiempos de posguerra que ha visto el cine español. Unas elaboradas y largas escenas, perfectamente soportadas por unos actores geniales.
Suspendida de una fotografía sencillamente genial; guiada por un guión que se centra en los silencios, es sin duda una de las obras más fascinantes del cine español.
Comedia libre de pretensiones sobre los esfuerzos por sacar adelante a la numerosa parentela. Esta limitada escusa sirve para un emparejamiento cuanto menos peculiar: Manfredi y Caron.
El director presenta una versión condensada de sí mismo en su película más críptica, estilizada y desconcertante. Es un auténtico deleite para los convencidos (incluido quien escribe) y la mejor justificación para frustrar a quienes no lo son.
Mann renuncia a cualquier esfuerzo de estilo o narrativo para componer una exageradamente pomposa aproximación a la vida del fundador de la escudería de coches. Solo Penélope Cruz se mantiene firme.
Es sorprendente que Baz Luhrmann haya optado por realizar una película que se asemeja a un pasodoble en homenaje al rey del rock. La obra se siente repetitiva en su excesiva espectacularidad, dejando poco espacio para la reflexión.
Brillante pieza de entretenimiento que avanza de manera firme a través de clásicos y otros títulos que, de una forma u otra, configuran la memoria del espectador.
Un perfecto ejercicio de prestidigitación sobre el arte de amar entre la comedia, la obsesión y la fiebre. La ligera gravedad de la película la convierte en una obra maestra del drama y la comedia.
Con sus irregularidades, con sus vacíos, con incluso esa falta de pulso que por momentos arrastra la película, lo que impresiona y hasta enamora de 'Wonder Wheel' es esa vocación de crudeza, esa tentación de la carne cruda.