Es desde ya algo más que un recuerdo imborrable, un complicadísimo y magistral equilibrio entre el sueño y una realidad siempre hostil que todo lo inunda. Una obra maestra eléctrica que acaba de explotar. Y da calambre.
Es un buen 'thriller', pero sólo eso. Buen comienzo para una bonita pesadilla. Pronto, sin embargo, todo se precipita por los caminos más trillados de la rutina.
Demme se sirve de unas interpretaciones sorprendentes para elaborar un thriller de terror frío, barroco y brutal. Con estudiada precisión, el director cuadra un turbador e irónico viaje a Ios peores instintos.
Docudrama, definitivamente especial. La propuesta busca disimular la ficción, permitiendo que la realidad resuene y que las particularidades no se presenten como la excepción, sino como el estándar para entender nuestro entorno.
La última entrega de la casa Marvel presenta un conjunto de buenas intenciones que quedan sin completar, afectadas por un guion torpe y efectos especiales de baja calidad. Sin duda, resulta un fiasco.
Brutal, enérgica y tan melodramáticamente encendida que exalta. El mejor homenaje imaginable al caos alimentado por una dirección tan enérgica como iluminada. Quizá perfecta.
Un extraño cruce entre 'El viejo y el mar', 'La vida de Pi' y 'Las aventuras de Jeremiah Johnson'. Todo en uno. Pero, y esto es lo que cuenta, en silencio.
Un delirio de unas dimensiones tan acertadas, divertidas y, por momentos, memorables que no queda otra que rendirse. Cine físico, simple, ligeramente vulgar y muy disfrutable.
No se engañen, no es comedia, aunque lo parezca. Es Almodóvar devolviéndonos, para bien o para mal, la perfecta imagen de lo que somos. Brillante. Una provocación.
Una película apasionada y frontal. Pero también es una película imperfecta que oscila entre los tensos y luminosos momentos de danza y el tosco docudrama.
Uno observa, entre el éxtasis y el aburrimiento, cada una de las extensas y repetitivas tomas de Westworld, surgiendo diversas preguntas: ¿por qué todo se desarrolla de forma tan excesivamente grandilocuente? ¿Qué hago aquí? Sin embargo, se mantiene frente a la pantalla porque, en el fondo, intuye que está donde debe estar.
Comedia libre de pretensiones sobre los esfuerzos por sacar adelante a la numerosa parentela. Esta limitada escusa sirve para un emparejamiento cuanto menos peculiar: Manfredi y Caron.
Con sus irregularidades, con sus vacíos, con incluso esa falta de pulso que por momentos arrastra la película, lo que impresiona y hasta enamora de 'Wonder Wheel' es esa vocación de crudeza, esa tentación de la carne cruda.
Osgood Perkins ofrece un notable ejemplo de terror atmosférico, claro y perturbador. Además, Nicolas Cage brilla en su papel, convirtiéndose en la pesadilla de todos.