El director maneja la música de manera efectiva, y la cámara se desliza con agilidad entre el vértigo, la urgencia y los momentos de tensión. Sin embargo, descuida el desarrollo de los personajes, quienes caen en esquemas demasiado repetitivos e incluso torpes.
Remake de "El socio" (René Gainville, 1968) que se transforma así en una comedia entregada a las batallas justas: el mundo, además de dar asco, es machista. Por momentos, simpática.
No puede resultar más triste. Por engolada, aparatosa, carente de ideas y, por momentos, hasta vergonzante. De los actores, Michael B. Jordan y Michael Shannon, sólo decir que ya tienen su peor actuación completada.
Es un thriller entretejido con la mejor acción sin olvidar el toque nihilista de un 'amour fou comme il faut'. Tan fuera de sí que se diría que no es una, sino cien magníficas películas.
Sorprende la tensión preciosista de cada encuadre, entusiasma el tenebrismo grave y profundo, y desalienta el ritual pedestre de un verismo interpretativo tan pomposo y afectado como tristemente melodramático.
Un aquelarre sin sentido. Es una película profundamente irregular y ciclotímica. En ocasiones resulta genial, pero en otras es simplemente ruidosa y siempre se siente desarticulada.
Una especie de 'El ángel exterminador' de Buñuel con la estructura de cuento de hadas. Nyholm se las ingenia para colocar al espectador en el borde de su particular precipicio. Y lo hace de manera tan original como profunda.
Entretiene y poco más. Producción empeñada en explotar el carisma de la pareja de marras. Combinado de humor, acción y ligereza de ánimos. El día del estreno hubo uno que se rió. Aún se le busca.
El mito distópico que fracasa en su debut como serie de televisión es difícil de justificar, especialmente si se valora adecuadamente el cómic o se aprecia con justicia la película.
Bourboulon logra crear una película que combina modernidad en su estilo con una esencia atemporal en su mensaje. Presenta un relato clásico con diversión y desinhibición, siendo plenamente consciente de que su papel como director es mantenerse al margen.
La probada habilidad de Scott para las secuencias de acción no es suficiente. El empeño por 'intelectualizar' la historia termina por aniquilar cualquier amago de encanto emocional. De otro modo, sobra reflexión, falta flexión, es decir, emoción.
Los sueños se presentan con una claridad que roza el simple temor. Se encuentra constantemente en una delgada línea: entre un país y otro, entre el cine y lo que está por venir, entre la realidad y la ficción. Un espectador experimenta una vida ajena, sintiéndose seguro como un mero visitante, pero a la vez inquieto al tener todo tan cerca.
Apabullante debut de Manuel Muñoz Rivas. Una pieza, eterna y efímera a la vez, que transita sonámbula por la mirada infectada del espectador. La belleza siempre permanece.
Toda la película se mueve a tientas a través del documental y el cuento de hadas; de la realidad y la alegoría, del sueño y el íncubo. Sin duda, una pieza de poesía tal vez absurda y decididamente inabarcable. Hasta brutal.
Una adaptación muy personal de 'Blade Runner'. A pesar de que la idea puede impresionar inicialmente, en la pantalla apenas logra ir más allá de una simple ocurrencia.
Una película narrada con una voz en off que funciona como un surtidor de imágenes. Importa el ritmo de cada relato, importa la sensación de estar dentro de una aventura de la que depende hasta la misma vida del espectador. Es cine del trepidante que discurre por la retina como un secreto recién contado.