El director logra mejorar en comparación con sus obras anteriores. Ahora, con la aportación de Vermut, la narrativa se adentra en un melodrama que combina un tono barroco y oscuro, creando una experiencia tanto deslumbrante como desconcertante.
La película no logra definirse claramente y opta por abarcar demasiados conceptos al mismo tiempo, lo que en lugar de generar curiosidad, provoca confusión.
Deslumbrante y lúcido paseo de Haneke por el dolor y la muerte, donde, a pesar de su aparente frialdad, cada segundo de metraje logra conmover. Conmociona y arrasa.
Una magistral refutación de las películas de espías. Una auténtica joya tan minimalista como intensa, tan devastadora como aparentemente intrascendente.
Bello y encendido relato. Soberbia radiografía de la emoción desnuda filmada con exquisita sensibilidad, dada la probada habilidad de Armendáriz para disecciónar sentimientos.
Los santos inocentes se presentan como un 'western' apocalíptico en un formato inusual y oscuro. F. Javier Gutiérrez mantiene su visión singular y perturbadora del apocalipsis agrario, ofreciendo una crítica brillante y provocadora.
Entre la extravagancia y la desmesura, la película brilla al enfocarse en su faceta cómica, sin embargo, sufre cuando los Larrieu intentan ir más allá de ello.
La película se presenta como una conmovedora comedia romántica que también toca el drama. Winona se siente insegura. Los recuerdos y las inquietudes propias de la juventud se mezclan en una actuación llena de matices.
Biscayart y Corberó se responden mutuamente en una actuación llena de equilibrio y libertad, expresándose sin prejuicios. La voz de Ortega destaca por ser única, auténtica y sorprendente.