Batiburrillo posmoderno que nunca logra funcionar en su estructura dramática. En su afán por captar la atención, Lidón recurre a recursos realmente inapropiados.
Este drama francés inicia con una premisa impactante y elegante, aunque a su vez se siente algo trillado. Sin embargo, sufre de dos fallos significativos: la falta de sorpresas en la trama y una realización que tiende a ser excesivamente pretenciosa.
Los cabos que quedan sueltos son numerosos, al igual que los que aparenta resolver. Sin embargo, para mí, esta propuesta resulta ser increíblemente productiva.
Una curiosa y a ratos apasionante peripecia religioso-costumbrista con pequeñas parábolas morales y una clara defensa de las glorias de la carne en contraposición a las enseñanzas religiosas. La película resulta simpática y desafía las modas conservadoras actuales, siendo una propuesta inusual e interesante.
La película es impactante y está narrada de manera efectiva, aunque en algunos momentos se siente un exceso de intención en su mensaje. Sin embargo, su forma de contar la historia es astuta y, en esencia, completamente aceptable.
Una película con una trama sencilla y directa, pero que destaca por su humor e ironía encantadores. Sus enseñanzas, presentadas de forma amena y sensata, muestran un atractivo sutil que la hace memorable.
Costoso puzzle de aire férreamente teatral, que va decayendo desde la brillantez de su comienzo hasta un final abrupto. Hipólito y Pataky le salvan las castañas, destacando lo mejor de la obra.
No es un remake, sino la brillante reescritura de un clásico menor, 'Bob le flambeur', de Melville. Una película que se ve en un respiro, que atrapa sin remisión.