Aunque la figura central aquí podría fácilmente caer en la caricatura, el director Geremy Jasper, en su primer gran trabajo, la presenta con calidez y empatía, poniendo de relieve el papel de la música como una vía para liberarse de las opresiones tanto internas como externas.
Como en 'Pienso en el final', en esta película independiente se entrecruzan pasado, presente y futuro de una historia, aunque sin tantos juegos formales o complejidades temáticas.
Situada en Nueva York y con un elenco excepcional, esta película es un retrato ligero y cálido de un tipo que intenta sobrevivir presentando gente entre sí y sacando una tajada.
Retrato de una relación sadomasoquista entre un profesor y un aspirante a baterista donde la música se presenta como una labor masculina, carente de espacio para el disfrute.
El verdadero problema de 'Cake' es que no termina de creer en la oscuridad de su premisa. Es como si confiara en que, a pesar de las cicatrices y berrinches, el público vería a Bennett como la Rachel de antaño.
Es una película atmosférica y melancólica que juega magistralmente con las convenciones del cine de acción, contrastando sus ritmos pausados con súbitas explosiones de violencia.
Uno de los hallazgos más interesantes de esta película es mostrar la afinidad entre la rabia natural de la adolescencia y las citas de un dios furibundo y vengativo. Ambas comparten, entre otras cosas, su falta de matices.
Phoenix le aporta un sentido de vulnerabilidad a su personaje. A diferencia de otros protagonistas de las películas de Allen, parece genuinamente atrapado en un mar de pensamientos no procesados. Es aquí donde 'El hombre irracional' se distingue de sus predecesores.
Esta es una película sobre la fascinación de las historias, lo hipnóticas que son. Es también una reflexión inteligente sobre sus posibles usos, su capacidad positiva de ampliar nuestros horizontes.