Se presenta un retrato entrañable y con momentos cómicos que muestra las búsquedas de estos personajes, quienes, cada uno a su manera, deben lidiar con las tensiones entre lo que desean y lo que realmente pueden alcanzar.
Esta película logra el milagro de evitar cualquier cuestionamiento a las relaciones de poder para ofrecer, en cambio, un solo, larguísimo, lugar común que no despierta media reflexión ni levanta media sonrisa.
Está plagado de recursos mil veces vistos, un guion lleno de agujeros y lugares comunes, que busca manipular de la manera más básica las emociones de los espectadores.
La película presenta una redención simplificada que no se alinea con la complejidad desarrollada previamente. Sin embargo, este aspecto es un defecto menor que no opaca el raro placer de observar a actores experimentados que han perfeccionado su arte de tal manera.
La película se presenta como una lección, pero ¿para quién es realmente? La protagonista está tan absorta en sí misma que claramente no es para ella. Tal vez sea para los espectadores que pueden encontrar en ella una amarga y fascinante reflexión.
El estilo de Aki Kaurismäki es poco convencional y, como cualquier particularidad, puede resultar difícil de asimilar en un primer visionado. Sin embargo, esa extrañeza se puede superar; solo es necesario un poco de tiempo y adaptación para que se revelen sus recompensas.
Es una sátira nada sutil, pero logra revelar cómo estas teorías conspirativas tan populares, si se asumen al pie de la letra, no son más que desvaríos absurdos.
El primer largometraje de ficción del director Jorge Fontana utiliza un absurdo que recuerda, en cierta medida, al estilo de David Lynch, para retratar con humor negro las peculiaridades de la globalización contemporánea.
Aunque la premisa pueda parecer complicada, la película la aborda con tal maestría que cada detalle de la ambientación, el sonido, las actuaciones y la música se disfrutan plenamente. Lo que podría considerarse un defecto se convierte en parte de su encanto.
Manejando el suspenso con gran cuidado, y con guiños al cine de miedo y a 'Mi pobre angelito', es una adición refrescante al catálogo de los psicópatas inesperados.