La película presenta una estructura relajada, capturando en ciertos momentos la esencia vital y desenfadada de un documental, en lugar de enfocarse únicamente en la carrera o los logros de la banda.
Hace tiempo no veía una película tan sorprendente como esta, tan difícil de clasificar en el espectro entre lo ‘bueno’ y lo ‘malo’. Se siente como un producto de baja calidad que se produce actualmente en Estados Unidos: sexista, violenta, absurda e irreflexiva. Sin embargo, hay algo monumental en ella.
La premisa es delirante y la película la trata con energía, desparpajo y humor, haciendo guiños al cine de karate, a los musicales rockeros y a las comedias románticas. De esta manera, logra equilibrar de forma imaginativa y dinámica el romance, la comedia y la acción.
En su aproximación, la directora mantiene una distancia respetuosa, con muchos planos abiertos y una música que va a contracorriente de las imágenes, logrando un resultado profundamente extraño, como suspendido entre la denuncia y la fuga onírica.
La película entreteje sutilmente lo macro y lo micro: el ejercicio de poder de los colonizadores ingleses y la indiferencia de estos nobles, tan absortos en los movimientos de peones, alfiles y torres que no notan las tropas reales que llegan a transformar la estructura política del reino donde viven.
Se trata de una película emocionalmente muy inteligente. La gran fortaleza de 'Colossal' y la fuente de su poder emocional reside en ese vaivén vertiginoso entre la fantasía y la realidad.
La película, a pesar de tanta tristeza, termina con un tono esperanzador. Las segundas oportunidades, aunque llegan con un costo altísimo, también existen.
Aprovechando elementos que a primera vista podrían resultar triviales, la película va armando un rompecabezas que muta hasta hacer colapsar la división entre los sucesos exteriores y el mundo interno de su protagonista.
La directora Kirsten Johnson reflexiona sobre su trayectoria como camarógrafa documental, y en esta ocasión profundiza en sus relaciones familiares. La película presenta un enfoque que combina de manera brillante el humor negro con una gran dosis de cariño.
Es una película cuidadosa e inteligente que va más allá de las lágrimas fáciles asociadas a las enfermedades graves (en este caso el alzhéimer) para formular preguntas complejas.