No hay aquí un solo instante de chispa o conexión entre los personajes. Todo resulta correcto, pero carente de vida; agradable, pero al final, uno se da cuenta de que no quedó ninguna huella.
Es una reflexión que tiende a la desesperanza, filtrada como está por un viaje a ninguna parte sin regreso posible, que se presenta delicada y líricamente, y con una melancolía tan fuerte que al final es eso lo que queda resonando.
Es una película extraña, con imágenes que quedan resonando más allá de la sala de cine, pero también sitiada por una superficialidad que nunca se supera.
Es una película intensa, oscura, larga y, en el fondo, desesperanzada. Hay momentos de gran belleza. Es una película extenuante. Sí, es impresionante, nadie lo discute. Pero queda la duda: ¿qué sentido tiene?
A pesar del esfuerzo que hace la película por darle un toque de ligereza a lo sucedido y por resaltar el carácter heroico de estos tipos, hay algo repelente en este cóctel de competitividad, amargura, obsesión con el dinero, arrogancia y paranoia.
Esta película explora los efectos de los daños cerebrales y los comportamientos erráticos de los exjugadores de fútbol americano. A lo largo de su desarrollo, presenta una narrativa algo desordenada, lo que la convierte en una experiencia serena, incluso si resulta confusa.
En 'Una relación perversa', la directora sigue explorando eventos de su vida que respaldan su visión pesimista sobre las dinámicas de poder en las relaciones.
Si después de ver 'Compliance' siente deseos de desfallecer y de perder toda esperanza en la humanidad, vale la pena recordar que son pocas las personas tan irreflexivamente susceptibles a la autoridad.