Es tan poderosa moralmente como sus predecesoras, pero con la ventaja añadida de ser intelectualmente fascinante y, en ocasiones, casi indescriptiblemente poética.
Aunque los personajes que interpreta pueden ser entretenidos, la película se siente pesada debido a las interminables y explosivas flatulencias de Murphy.
Lo cierto es que la película tiene un cierto sentido de uniformidad: desde las interpretaciones a la iluminación, pasando por todos los aspectos de la producción, todo está barrido por la mediocridad.
Es hermosa a la vista, una magnífica y grandiosa losa de la historia de Francia que resuena tan poderosamente hoy como lo hizo cuando Zola la escribió hace más de un siglo.
Su principal atracción, para fans del género, ciertamente no reside en sus tramas y en sus personajes, sino en su imaginería implacablemente pesadillesca.
Este thriller psicológico surcoreano ofrece más terror y misterio en cada escena que todas las películas de horror estadounidenses de la última década.
A pesar de que Gordon cuenta con un sólido historial en su trayectoria, esta tentativa de modernizar el género de dramas carcelarios parece ser un error significativo en su carrera.
En la actualidad, todo parece sombrío. El viaje neo-occidental de Slade hacia el vampirismo congelado se presenta como un alivio, a pesar de estar inmerso en la violencia.
Su tono halagador y pretencioso resulta intolerable, y al llegar a los créditos finales, su mensaje excesivamente moralista es tan abrumador que provoca molestias.
Softley es un estilista magistral y se destaca como uno de los mejores en la creación de mundos en celuloide. 'The Wings of the Dove' es un excelente ejemplo de su talento en este campo.
Apted consigue transformar una historia que podría considerarse artificial en algo que, aunque no sea del todo original, se presenta como algo superior a la media.
Las películas que abordan de manera sincera las enfermedades mentales son muy raras y a menudo se encuentran en lugares inesperados. Desafortunadamente, esta película no logra ser una de esas obras destacadas.
No es necesario que lleves un pañuelo al cine por temor a llorar, pero el final de 'The Photograph' es modestamente esperanzador y, sin duda, perfecto.