Una historia desgarradora y visualmente impactante que sigue la vida de un perro mientras cambia de dueño. Esta película de animación logra transmitir de manera efectiva la esencia de vivir 'una vida de perros'.
Un proyecto así suele alejar más que atraer. Los momentos más destacados del documental ocurren cuando se transforma en una auténtica lección de historia.
No es que sea aburrida, pero tampoco logra captar el interés en ningún momento. Al igual que otras películas, resulta ser un constante ruido, tan emocionante como observar a alguien jugar a un videojuego.
Esta secuela se presenta como un impresionante despliegue visual, diseñado con la estética de un video de heavy metal. Su propósito no es desafiar las normas, sino provocar reacciones extremas en el público, llevando a que se sientan incómodos y expongan sus emociones.
Afortunadamente, Hagman y Duffy continúan presentes, y su participación mantiene el interés en este nuevo 'Dallas', que en general resulta ser bastante insatisfactorio.
No es tan mala como para perder toda esperanza, algunas de las imágenes e interpretaciones son memorables. Pero por ahora la pongo en la colmuna de 'espera y ya veremos', sin entusiasmo.
La película es muy tensa y nerviosa en las escenas de Nueva York, pero cuando la acción se traslada a las playas de Venecia, el ritmo se hace más pausado y adecuado.
A pesar de algunos tropiezos, la película ofrece una experiencia más profunda de lo que se podría anticipar con solo leer su sinopsis en el menú de streaming.