Tiene un activo inmenso. La actuación de Óscar Jaenada es monumental, (...) No se puede decir lo mismo de la película, que resulta tan plana y aséptica como una telenovela mexicana del mediodía.
El primer tramo introduce a los personajes y sus situaciones de manera bastante convencional y predecible. Sin embargo, la narrativa se transforma en la segunda mitad. Gibson despliega su maestría cinematográfica al presentarnos algunas de las escenas de guerra más impactantes en la historia del cine.
La mayor limitación de la cinta radica en un guion esquemático y superficial, que al tratar de evitar cualquier incorrección política termina derivando en una historia insípida y blandengue.
Lo mejor de Carol son sus primeros 45 minutos, donde el director Todd Haynes aborda con sutileza y sin clisés la irrefrenable atracción que se da entre las protagonistas.
Llama la atención que sea una película tan parsimoniosa. Gosling, con su restringido rango dramático, se ve superado por el desafío de darle vida interior a un personaje que lleva el peso dramático de la cinta en su corazón.
La narración se vuelve fría y el desenlace llega de sopetón, y al final el personaje de Hawking está tan lejos del espectador como antes de empezar la cinta.
La cinta es una exquisita exploración de la naturaleza de los sentimientos, el deseo y la identidad sexual, estupendamente filmada y escrita, y coronada por uno de los mejores monólogos que nos ha dado el cine en mucho tiempo.
Quien definitivamente se lleva los aplausos es Liam Neeson, un actor de carácter que ha hecho una apuesta difícil y ha salido avante: recuperar el valor del talento histriónico en el género del thriller.
En una época dominada por los efectos digitales y la estridencia del terror asiático, constituye un logro recobrar el estatus aterrador de una tumba vacía, un cuervo en un cementerio y un jinete galopando en medio de la noche.
Cuando ya la película ha captado la atención del público, comienza a flaquear y a caer en el mismo problema que alejó a su hijo Philippe de los últimos trabajos de Cousteau: un claro populismo impulsado por la ambición comercial.
Ayer es tan meticuloso en la realización de cada segmento que descuida el arco narrativo de toda la historia, lo que hace que la cinta termine ganando por nocaut y no por puntos.
Las revelaciones de 'Snowden' fueron tan impactantes que deberían constituir un material ideal para hacer una película fascinante. Sin embargo, la cinta transcurre perezosamente, con escasos momentos de emoción y muy contadas sorpresas.
La balanza se inclina a favor de la película gracias a una historia bien contada, a unos estupendos personajes secundarios, y a unas escenas muy gráficas que pueden chocar al espectador sensible pero que sacan esta experiencia cinematográfica del gris promedio en el que podría haberse quedado.
Tiene la curiosa característica de querer morderse su propia cola. Aunque la cinta ataca la vacuidad de las estrellas y el público blandengue, su trama exalta el infinito poder del dinero e invoca la lágrima fácil.
La eficaz combinación de un elocuente lenguaje cinematográfico y la contundente presencia de Porfirio en cada plano sume al público en un estado hipnótico.
El talón de Aquiles se hace evidente al final, cuando Peck presenta los créditos acompañados de imágenes impactantes de los movimientos revolucionarios inspirados en el marxismo, omitiendo la representación de los tiranos y abusos que han surgido en su nombre.
Un magnífico trabajo de fotografía, ambientación y vestuario constituye el telón de fondo ideal para una cinta sobre la relación de dos artistas que superaron las divergencias que les puso la vida.