El documental culmina en una narrativa profundamente humana, estableciendo un vínculo entre nuestra rutina diaria y el mundo que no podemos ver. Esto es algo significativo.
En medio de la pobreza argumental, Clint Eastwood se enfoca en la pirotecnia de las secuencias de violencia, que resultan tan prosaicas y efectistas como los momentos de un videojuego. El resultado final fusiona un buen desempeño en taquilla con una notable irrelevancia cinematográfica.
Lo que verdaderamente impresiona del filme es el asombroso personaje que construye Daniel Day-Lewis, al caracterizar a un Lincoln que convierte los rasgos más pedestres que pueda tener cualquier humano.
Lo mejor de 'El precio de la codicia' es su estudio de las reacciones de los protagonistas ante el problema. La historia funciona por las magníficas actuaciones de Kevin Spacey y Paul Bettany, pero también gracias a caracterizaciones menos brillantes, pero muy útiles, como la de Jeremy Irons.
Funciona gracias a la destreza del guionista Taylor Sheridan y el director David Mackenzie, y a la soberbia actuación de Jeff Bridges, quien ya tiene escriturado el Óscar como actor secundario.
Más que una historia llena de giros argumentales, 'Manchester junto al mar' es un excelente estudio de un personaje. A su destacada interpretación se suma un guion eficaz, que resalta las relaciones entre los personajes y presenta diálogos bien estructurados.
Una cinta de excelente factura que supera en calidad a varias mega-producciones taquilleras que inundan nuestra cartelera, y que lleva al espectador a un estado de trance, aunque también lo saca de él con sus propios excesos.
A la hora del desenlace las cosas se descarrilan, de manera literal y figurada, con giros argumentales inverosímiles, redundantes, persecuciones y un desborde de violencia que termina saturando.
La cinta logra momentos destacados al abordar la auténtica cultura de nuestros pueblos y refleja cómo muchos intentan aprovechar el éxito de los demás, tal como ocurre en nuestro propio Macondo.
La versión colombiana mejora notablemente el tratamiento del complejo tema de la discriminación. Mientras que en la película argentina se percibía un aroma a explotación, aquí se convierte en una reflexión más profunda sobre la segregación.
La película termina siendo una emotiva reflexión sobre la futilidad de la vida y reafirma la posición de Payne en el exclusivo grupo de directores alternativos de calidad que persisten en Hollywood, a pesar de ser ignorados por el público.
Dos cosas sobresalen de esta estupenda película. La primera es la gran narración de Woody Allen, no solo con un guion que hilvana de manera impecable el pasado y el presente, (...) La segunda es la brillante actuación de Cate Blanchett.
El principal activo de esta producción se convierte en su mayor debilidad. La historia revela las múltiples reescrituras, especialmente con los giros inusuales que se presentan en el tramo final de la película.
No está claro si estamos ante una comedia trágica o una tragedia cómica, pero lo cierto es que esos dos ingredientes se neutralizan y pierden eficacia. Además, la credibilidad del drama se debilita con una musiquita dulzarrona que suena todo el tiempo.
Constituye una apuesta tremendamente audaz de González Iñárritu. Desde el punto de vista formal, (...) en el tramo final la cinta alcanza un nivel de excelencia digno de admirar.
En ciertos momentos, la combinación de ambas tramas se siente forzada, lo que diluye el impacto del drama social que afecta a la comunidad, convirtiéndolo en un aspecto más de una producción excesivamente calculada.
La solemnidad de los diálogos, el ritmo y las actuaciones, sobre todo en la primera parte de la narración, hacen que en ciertos pasajes lo hipnótico coquetee peligrosamente con el tedio.
Aparte de su admirable talento cinematográfico, [Villeneuve] sabe sacar partido del buen trabajo de Brolin, quien tiene todos los matices que debe tener un malo de veras, y Blunt, quien combina el arrojo con la vulnerabilidad.