Una película de dos horas de duración, hecha a punta de dinamita y sin una historia mínimamente interesante que la sustente, llega a ser un monumento a la repetición.
Forero adopta una perspectiva pausada y contemplativa. Ese enfoque funciona muy bien en la primera historia, pero en los otros dos segmentos, las deficiencias en la actuación y en la puesta en escena nos trasladan de la naturalidad al artificio.
Más que una historia llena de giros argumentales, 'Manchester junto al mar' es un excelente estudio de un personaje. A su destacada interpretación se suma un guion eficaz, que resalta las relaciones entre los personajes y presenta diálogos bien estructurados.
Una cinta de excelente factura que supera en calidad a varias mega-producciones taquilleras que inundan nuestra cartelera, y que lleva al espectador a un estado de trance, aunque también lo saca de él con sus propios excesos.
A la hora del desenlace las cosas se descarrilan, de manera literal y figurada, con giros argumentales inverosímiles, redundantes, persecuciones y un desborde de violencia que termina saturando.
Con un ritmo pausado, unos planos cuidadosamente compuestos y una hermosa fotografía, Kawase convierte esta pequeña fábula en un homenaje al ritual de la cocina.
La sutileza brilla por su ausencia en la película, que en varios momentos se siente como una lección básica de ética. Aun así, la trama avanza como un intenso thriller psicológico, donde finalmente el cine logra imponerse.
Además de ser un rompecabezas apasionante que asusta y divierte al mismo tiempo, invita al espectador a reflexionar sobre los mecanismos manipulativos del cine de terror y la cultura voyerista que prevalece en la actualidad.
La cinta logra momentos destacados al abordar la auténtica cultura de nuestros pueblos y refleja cómo muchos intentan aprovechar el éxito de los demás, tal como ocurre en nuestro propio Macondo.
La versión colombiana mejora notablemente el tratamiento del complejo tema de la discriminación. Mientras que en la película argentina se percibía un aroma a explotación, aquí se convierte en una reflexión más profunda sobre la segregación.
La película termina siendo una emotiva reflexión sobre la futilidad de la vida y reafirma la posición de Payne en el exclusivo grupo de directores alternativos de calidad que persisten en Hollywood, a pesar de ser ignorados por el público.
Dos cosas sobresalen de esta estupenda película. La primera es la gran narración de Woody Allen, no solo con un guion que hilvana de manera impecable el pasado y el presente, (...) La segunda es la brillante actuación de Cate Blanchett.
El principal activo de esta producción se convierte en su mayor debilidad. La historia revela las múltiples reescrituras, especialmente con los giros inusuales que se presentan en el tramo final de la película.
No está claro si estamos ante una comedia trágica o una tragedia cómica, pero lo cierto es que esos dos ingredientes se neutralizan y pierden eficacia. Además, la credibilidad del drama se debilita con una musiquita dulzarrona que suena todo el tiempo.
La película destaca por dos motivos. Primero, el hecho de que tanto el director como el guionista sean británicos es fundamental, ya que aportan un humor refinado que marca la diferencia respecto a lo que podría haber sido una vulgar adaptación estadounidense de la misma narrativa.
Constituye una apuesta tremendamente audaz de González Iñárritu. Desde el punto de vista formal, (...) en el tramo final la cinta alcanza un nivel de excelencia digno de admirar.
El problema de Lee es que propone una versión mucho más realista de la historia, lo que hace que el resultado esté más cerca de la ordinariez que de la audacia artística.