La sutileza brilla por su ausencia en la película, que en varios momentos se siente como una lección básica de ética. Aun así, la trama avanza como un intenso thriller psicológico, donde finalmente el cine logra imponerse.
Además de ser un rompecabezas apasionante que asusta y divierte al mismo tiempo, invita al espectador a reflexionar sobre los mecanismos manipulativos del cine de terror y la cultura voyerista que prevalece en la actualidad.
Más allá de los recursos argumentales reiterativos en el cine, el verdadero problema de la película radica en la forma esquemática y simplista en que se desarrolla la transformación de su protagonista.
Y cuál es la verdadera gracia de una película como esta?: la monumental actuación de Juliette Binoche, y su conversación final con el gran Gérard Depardieu.
La cinta logra momentos destacados al abordar la auténtica cultura de nuestros pueblos y refleja cómo muchos intentan aprovechar el éxito de los demás, tal como ocurre en nuestro propio Macondo.
La versión colombiana mejora notablemente el tratamiento del complejo tema de la discriminación. Mientras que en la película argentina se percibía un aroma a explotación, aquí se convierte en una reflexión más profunda sobre la segregación.
La película termina siendo una emotiva reflexión sobre la futilidad de la vida y reafirma la posición de Payne en el exclusivo grupo de directores alternativos de calidad que persisten en Hollywood, a pesar de ser ignorados por el público.
Dos cosas sobresalen de esta estupenda película. La primera es la gran narración de Woody Allen, no solo con un guion que hilvana de manera impecable el pasado y el presente, (...) La segunda es la brillante actuación de Cate Blanchett.
El principal activo de esta producción se convierte en su mayor debilidad. La historia revela las múltiples reescrituras, especialmente con los giros inusuales que se presentan en el tramo final de la película.
No está claro si estamos ante una comedia trágica o una tragedia cómica, pero lo cierto es que esos dos ingredientes se neutralizan y pierden eficacia. Además, la credibilidad del drama se debilita con una musiquita dulzarrona que suena todo el tiempo.
La película destaca por dos motivos. Primero, el hecho de que tanto el director como el guionista sean británicos es fundamental, ya que aportan un humor refinado que marca la diferencia respecto a lo que podría haber sido una vulgar adaptación estadounidense de la misma narrativa.
Al director sueco Ruben Ostlund le falta un editor, le sobra confianza en sí mismo, o ambas cosas simultáneamente. En las larguísimas dos horas y veinte minutos que dura la cinta propone tantas pequeñas ideas que termina opacando dos líneas narrativas potentes y bien logradas.
Constituye una apuesta tremendamente audaz de González Iñárritu. Desde el punto de vista formal, (...) en el tramo final la cinta alcanza un nivel de excelencia digno de admirar.
Es una suma de pedazos sueltos, en más de un sentido. A la desconexión de sus líneas narrativas, se agrega la intención de Cronenberg y su guionista de hacer dos cosas bien distintas. En esta ocasión, Cronenberg amagó para un lado, pateó para el otro, y el tiro apenas alcanzó a rozar el palo.
El problema de Lee es que propone una versión mucho más realista de la historia, lo que hace que el resultado esté más cerca de la ordinariez que de la audacia artística.
El mayor inconveniente de 'El sorprendente Hombre Araña 2' es su historia. La inclusión de tres subtramas genera una complejidad que los guionistas no lograron manejar adecuadamente.
Es un admirable ejemplo de cómo construir una atmósfera de zozobra. La debutante directora australiana Jennifer Kent aprovecha su conocimiento de la naturaleza femenina para desarrollar una conflictiva relación maternal.