Imaginad estar sentados delante de una película que dura 139 minutos, de los cuales 45 sobran y presenta cinco subtramas innecesarias. Al igual que Momoa, al principio resulta atractivo, pero pronto se vuelve agotador.
Por desgracia, el abundante encanto de Smith se desperdicia convirtiéndolo en segundón de un puñado de estúpidas máquinas que parecen maquetas rechazadas de alguna reunión de ideas de Star Wars.
Es un logro sólido, técnica y dramáticamente. Al igual que sus protagonistas, la película realiza su trabajo con un mínimo de histrionismo, pero con una tonelada de suspense.
No logra generar una profunda furia o tristeza, a pesar de sus intentos. La historia es interesante, aunque no sobresale por su espectacularidad; logra encender la chispa, pero carece de calor.
Roberts ha elegido un enfoque simple y poco elaborado. Todo el filme transmite una sensación de cinismo y baja calidad, incluso considerando que la premisa original ya carecía de solidez.
No es tan mala como parece, ni tan buena como debería ser. Es como un barco romántico que se mantiene a flote en el vasto océano cinematográfico balanceándose entre lo chapucero y lo fabuloso.
El documental de Davis Guggenheim presenta entrevistas recientes, material de archivo, guiones y recreaciones para ilustrar la vida del actor que enfrenta la enfermedad de Parkinson.
Hay tramos extensos en los que Battaglia desaparece por completo de la película, lo que hace que se convierta en una historia estándar sobre La Cosa Nostra.
Este espontáneo documental es por momentos fascinante, pero no es imprescindible. Barker es modesto y respetuoso para mal. Ofrece momentos genuinos de profundidad intelectual y emocional.