Es una película increíblemente estúpida, quizá la más estúpida de su director -decir eso es mucho decir-, pero da la sensación de no tomarse a sí misma suficientemente a broma.
Solo hay un personaje con menos expresividad que el héroe del título, y se llama Chewbacca. El gran problema de 'Han Solo' es que de algún modo vulgariza el universo Star Wars.
Esta película sigue la misma línea que las entregas anteriores de la saga. Sus aspiraciones se limitan a reutilizar personajes y situaciones conocidas, combinándolas con un número aceptable de efectos visuales.
Los directores intentan embutir el metraje con un exceso de argumento y trama, sin embargo, Ruby exhibe un puñado de efectos visuales deslumbrantes y una contundente celebración del matriarcado.
Esta secuela exhibe más presupuesto y más personajes pero no más argumento. Roberts envuelve el relato en una atmósfera claustrofóbica y lo complementa con secuencias de acción efectivas.
Durante parte de su metraje nos mantiene interesados en cómo van las chicas superando obstáculos. Pero lo que debería ser terror se va convirtiendo en comedia involuntaria por la estupidez de la pareja.
Avanza con tanta energía y encadenando tal cantidad de chistes eficaces que muy pocos de los adultos obligados a verla sentirán la necesidad de ponerle pegas.
Dotado de una rabia juvenil y un intenso sentido de lugar enfatizados por la fotografía en blanco y negro, el retrato de grupo huye tanto del estereotipo como de la protesta social o la mitificación facilonas.
Hay mucho que criticar sobre la teleserie 'Los vigilantes de la playa', pero una película tan carente de gracia, creatividad e ideas como esta no tiene lugar para hacerlo.
Desenfadada pero sofisticada, deliciosamente amoral y rotundamente divertida, esta película es una obra magnífica capaz de alegrarle el día a cualquiera.
Gillespie no solo logra que conceptos financieros complejos sean más comprensibles que en 'La gran apuesta' (2015); también consigue que la trama resulte verdaderamente entretenida.
La película presenta una serie de coreografías excepcionalmente bien ejecutadas y repletas de tensión. Además, logra simplificar un tema complejo, lo que podría considerarse su mayor virtud.
Ridley Scott traslada el 'MeToo' a la Edad Media. Sin embargo, el mayor inconveniente radica en su estructura, ya que presentar repetidas variaciones del mismo relato no contribuye a una mayor complejidad psicológica ni la hace más elocuente.
Un desmán de pretensiones. La película revela una ansia por el prestigio similar a la de su protagonista, quien busca desesperadamente algo que lo defina.